Este ladrillo, de factura artesanal, se utilizó en Santiago cuando ya se tenía un dominio de las albañilerías confinadas ofreciendo una textura rugosa de color cálido que contrasta con las enmarcaciones de los estucos lisos que ocultan al hormigón armado. Han pasado más de 50 años y este ladrillo a la vista ha demostrado tener grandes ventajas ya que no es heladizo por lo que no presenta deterioros y cada unidad presenta una ligera deformación y colorido irregular que resaltan la piel en cada una de las obras donde se aplicó. Muchas de ellas tienen un english look por estar resueltas en estilo Tudor.
Gómez L., L. (1998). El ladrillo recocido en la arquitectura de Santiago :una textura empleada en las décadas 1920-1940. Revista De Arquitectura, 9(10), Pág. 44–47. https://doi.org/10.5354/0719-5427.1998.30365
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