O Guarani (1857) de José de Alencar, Mariluán (1864) de Alberto Blest Gana y Enriquillo(1882) de Manuel de Jesús Galván dan forma a narrativas de exterminio que esbozan un consenso cultural sobre el genocidio indígena en el siglo XIX. Por sobre lecturas e interpretaciones que han subrayado el rescate de estos personajes, creo que se trata de ficciones históricas que acotan, ordenan y naturalizan una desaparición indígena. Luego, el vacío que dejan los protagonistas de estas tres novelas instala el grado cero de una escritura que articula contra ellas, sobre ellas, la genealogía de una comunidad política. El borrón final del agente nativo hace posible el ingreso a una ficción histórica en la que solo es aceptable como figura espectral y subalterna, como el duelo por su remota y heroica caída, sobre un relato que consagra su extirpación del futuro nacional.