in Cinta de moebio
Una discusión disciplinaria y epistemológica de la geopolítica y su aplicación al caso suramericano
Resumen:
Este artículo tiene por objetivo establecer las bases para una comprensión disciplinaria y epistemológica de la geopolítica, considerando su ubicación como campo de estudio y el principal debate entre la perspectiva clásica y crítica de la misma en América del Sur. En este sentido, se efectúa un abordaje histórico sobre la evolución de la geopolítica, decantando en la manera en cómo el conocimiento geopolítico se ha dado en la región mencionada, al tiempo que se señalan las dificultades y propuestas de investigación en el campo señalado. Se concluye que una discusión epistemológica de la geopolítica no solamente ayudará a lograr una mejor construcción y entendimiento del conocimiento geopolítico, desde un punto de vista holístico, sino que ayudará a destacar el rol de la academia en la necesidad de ser el eje articulador de dicha discusión.
Introducción
¿Cuál es el grado de discusión que se posee de la geopolítica, en términos disciplinarios y epistemológicos en América del Sur? Este trabajo tiene como principal objetivo responder a la interrogante planteada; pero pese a un posterior desarrollo de esta, resulta metodológicamente adecuado dar una respuesta simple, como una forma de introducir la temática. Históricamente, la geopolítica en Suramérica ha estado bajo la gestión y tutela de los estamentos militares, los que recibieron el conocimiento geopolítico a comienzos del siglo XX, específicamente desde Europa. En este sentido, si bien se han desarrollo determinadas premisas, tomando en cuenta las particularidades geográficas de cada país, aquello ha sido sobre una base epistémica positivista, al tiempo que, en el siglo XXI, se sigan considerando algunos elementos como inamovibles dentro del análisis geopolítico, otorgando una consideración relativa a nuevos enfoques, como lo es el caso de la geopolítica crítica. Y si al anterior panorama se le añade el hecho de que, dentro del plano académico, aún no existe una claridad en torno al posicionamiento de la geopolítica dentro de alguna rama del conocimiento, la perspectiva de desarrollo de la geopolítica en la región se complejiza.
Pero existen algunos aspectos de características estructurales, además del tutelaje militar, que explican el bajo grado de desarrollo y discusión disciplinaria y epistémica de la geopolítica, el cual pasa tanto por el grado de desconocimiento que se tiene de los avances que posee la región en el campo de la geopolítica, en tiempos donde dicho concepto estaba vetado por la comunidad académica internacional, hasta la adopción y comprensión de nuevas corrientes de pensamiento que se vinculan a enfoques más contemporáneos de la geopolítica. Por ello, en el presente trabajo, se efectúa una localización de la geopolítica en un campo de estudio, tomando en cuenta sus raíces disciplinarias y epistémicas, para luego entrar en la comparación del principal debate epistemológico que se da en la geopolítica, tomando en cuenta las nociones clásicas como críticas de esta. Y luego de aquel ejercicio, se trasladan dichas perspectivas a la realidad suramericana, como una manera de evidenciar falencias estructurales como nuevas perspectivas de investigación en el campo señalado.
Se concluye que, para el desarrollo de un debate más complejo dentro del contexto suramericano, se requiere tomar en cuenta los preceptos tanto positivistas como reflectivistas de la geopolítica, como una forma de representar el conocimiento geopolítico como un todo. Sin embargo, dicho desafío debe ser gestionado por la academia, tomando en cuenta que es a través de una discusión más amplia, disciplinariamente hablando, donde se podrán conocer y reconocer los avances de la región en el campo de la geopolítica, al tiempo que se evidencian las diferencias en Suramérica, que ayudarán a enriquecer el conocimiento y el análisis geopolítico.
La sistematización del conocimiento geopolítico
¿Qué es la geopolítica? Una simple definición la relaciona a la manera en que, producto de una interpretación de carácter político, se representa un territorio determinado, lo que genera consecuencias tanto en el plano interno como internacional. Pero más allá de otorgar una definición que sea propia de un manual, lo que es relevante para una adecuada discusión epistemológica, pasa por el hecho de catalogar, en primer lugar, si la geopolítica es una teoría o una disciplina y, además, de qué rama del conocimiento proviene para ayudar a su posterior clasificación.
Tomando este último punto, es decir, reconocer en qué rama del conocimiento es posible clasificar a la geopolítica, se visualizan una serie de diferencias que, de entrada, complejizan la discusión. Para ciertos autores, la geopolítica se deriva de la geografía, debido a que se considera que es el contexto geográfico, especialmente los relacionados con el ambiente en que se desenvuelven las sociedades, el que influye en el desarrollo de estas; en otras palabras, es el componente geográfico el que determina el actuar político (Cuéllar Geopolítica: origen del concepto y su evolución). Otra perspectiva señala que la geopolítica es una ramificación de la ciencia política, producto de que, si bien se considera el elemento geográfico dentro de los parámetros que influyen en el comportamiento de los individuos y de las sociedades a las que pertenecen, es finalmente el elemento político lo que finalmente determina la manera en cómo dichas sociedades efectúan cambios en el entorno. Derivado de aquello, es que se tiene una comprensión mayor, al momento de efectuar eventuales análisis geopolíticos, sobre datos que puedan otorgar una explicación sobre la composición política de un lugar determinado (Dodds Global geopolitics).
Sin perjuicio de lo mencionado, aquellas perspectivas encuentran rechazo, particularmente desde las mismas comunidades epistémicas a las que se adhieren, debido a diversos motivos. Por ejemplo, la concepción que se tiene de la geopolítica, desde el punto de vista de la geografía como tal, adquiere una vinculación más fuerte con las nociones ligadas a la geografía humana, mas no a la comprensión de la geopolítica como una rama independiente (Agnew Geopolítica. Una re-visión de la política mundial). Asimismo, desde la ciencia política se hace una alusión a que, pese a la existencia de un elemento político que ayuda a la comprensión de diferentes procesos desde la geopolítica, no necesariamente es politológico, ya que la geopolítica no posee un método científico que provenga, ya sea de forma directa o indirecta, de la ciencia política (Kelly Classical geopolitics). En este plano, el problema radica en que si bien tanto la geografía como la ciencia política, no consideran que la geopolítica pueda ser catalogada como una disciplina independiente, debido a que, para su misma concepción, se utilizan paradigmas y conceptos que son propios de otras ramas del conocimiento, como son en este caso las disciplinas mencionadas. Incluso, lo anterior se puede observar en los mismos inicios en torno a la creación del concepto. El fundador de la geopolítica fue el sueco Rudolf Kjellen, el cual era más cercano a explicaciones políticas y sociológicas de los fenómenos estatales e internacionales; pero las nociones y “leyes” de la geopolítica, fueron extraídas de los planteamientos de Friedrich Ratzel y Halford Mackinder, por mencionar a algunos de los más relevantes exponentes de aquella perspectiva de pensamiento, los que, a su vez, fueron más cercanos a la geografía (Paulsen Los aportes de Friedrich Ratzel y Halford Mackinder en la construcción de la geografía política en tiempos de continuidades y cambios).
Pero además, su principal campo de aplicación se sostiene en un contexto de interacción entre actores internacionales, razón por la que también se propugna que la geopolítica es una parte del conocimiento que se vincula a las relaciones internacionales (Cohen Geopolitics. The geography of international relations). En este sentido, las concepciones más clásicas de la geopolítica propugnan la relevancia del entorno, en este sentido el ámbito internacional, para una adecuada comprensión de las capacidades de los Estados. Aquellas capacidades se relacionan con la eventual necesidad de expansión territorial o, en su defecto, de la posesión de determinados puntos geográficos que permitan una proyección de sus intereses en mayores áreas geográficas, o que tengan una ponderación de “estratégica”. Derivado de la anterior lógica de pensamiento, es que se tiene la tendencia a asociar la geopolítica con las vertientes teóricas del realismo, lo cual, de acuerdo con Phil Kelly (Classical geopolitics. A new analytical model), no es acertado, pese a que existan algunos preceptos que compartan. Es así como el mismo autor señala que pese a que múltiples estudiosos de los asuntos internacionales comúnmente establecen a la geopolítica con la teoría realista, aquello no es exacto, ya que “el realismo se enfoca en la obtención de poder como un mecanismo para proteger a los países, dentro de un sistema anárquico; mientras que la geopolítica estudia como la posición espacial de los países, las regiones y los recursos, afectan la política exterior de los Estados” (Kelly 2016:1).
En conjunto con lo anterior, es que se evidencia que además de la consideración sobre el ámbito internacional y la relevancia que el mismo, el campo en el que se evidencia la geopolítica es también dentro del proceso de toma de decisiones, aplicándose al área de la política exterior de los Estados. La geopolítica, en términos generales, también se considera como una herramienta que ayuda a la elaboración de políticas en relación con la accionar del Estado, siempre en el contexto más allá de sus fronteras. Es por ello por lo que al momento de establecer en el papel la visión de potenciales aliados, o incluso al manifestar los intereses internacionales de los gobiernos, se toma en consideración que, en alguno de ellos, se puede encontrar una fundamentación motivada por algún criterio de orden geopolítico (Flint Introduction to geopolitics). Sin embargo, el hecho de que la geopolítica tenga su campo de aplicación en el ámbito de las relaciones internacionales en términos mayoritarios tampoco significa que exista una claridad sobre el posicionamiento de la misma. Un ejemplo de lo anterior es que si bien se asocia a la política exterior, el campo de los estudios estratégicos también otorga una vertiente directa hacia la noción de la geopolítica, como una manera de comprender los conflictos internacionales (Ortega Escenario y estrategia). E incluso, para algunos autores, las corrientes más contemporáneas de la geopolítica, se relacionan con conceptos y perspectivas que la asocian con los postulados de la económica política internacional (Taylor y Flint Geografía política. Economía mundo, estado-nación y localidad).
No obstante lo mencionado, es al momento de considerar aquellos “criterios orientadores” o los aspectos que ayudan a la conformación de un eventual “análisis geopolítico”, donde se evidencia con mayor fuerza la debilidad que posee la geopolítica para ser considerada como una disciplina por sí sola. En términos generales, y más allá de los elementos físicos y geográficos descriptivos, como la población, la superficie territorial, o incluso los diversos climas que posee un país en cuestión, no existe una forma clara de analizar, desde una perspectiva geopolítica, un proceso en donde intervengan los eventuales “criterios orientadores” que guiarían a la geopolítica. Incluso en este campo, diversos autores plantean que la carencia de una forma de análisis, es uno de los principales problemas que posee la geopolítica, lo que al mismo tiempo le resta fuerza al momento de ser utilizada para comprender o explicar fenómenos, ya sea nacionales o internacionales (Grygiel Great powers and geopolitical change). Siendo así, se aprecia que la geopolítica no posee una noción única y exclusiva en términos metodológicos, que le permita establecer como tal, una forma clara de analizar, geopolíticamente hablando, aspectos propios de la realidad internacional.
Lo mencionado en el párrafo anterior tiene una repercusión directa en la comprensión teórica de la geopolítica, especialmente tomando en cuenta sus preceptos que le dieron origen como un campo de estudio o, eventualmente, como una disciplina. Generalmente, y como se señaló en su momento, la geopolítica tiene a tener una asociación directa con la corriente teórica del realismo. E incluso en ciertos sentidos, la geopolítica tiende a ser confundida como una ramificación del realismo, debido a que comparten una serie de preceptos. Sin embargo, en un sentido más estricto, el realismo queda definido por el poder que un Estado posea o esté en capacidades de adquirir; mientras que es el posicionamiento territorial lo que determinaría a las cualidades geopolítica que un país posea (Cohen Geopolitics. The geography of international relations, Lacoste Geopolítica. La larga historia del presente, Agnew Geopolítica. Una re-visión de la política mundial). Y pese a que aquella premisa es válida, también es inexacta, debido a que para los realistas, el territorio se considera como un elemento determinante en la adquisición de poder, siempre desde un punto de vista material. Por lo tanto, la relación entre realismo y geopolítica, pese a que tengan un fin diferente, entrecruzan preceptos para llegar a sus objetivos (Cabrera La vinculación entre geopolítica y seguridad).
En relación a lo anterior, es que se puede observar que, dentro de las nociones más clásicas y fundacionales del conocimiento geopolítico, existen diferentes esquemas de pensamiento que adquieren el nombre de “teorías” dentro de la geopolítica. Y pese a que aquellas perspectivas buscan otorgar explicaciones sobre fenómenos geopolíticos, los que tienen su aplicación principalmente en el campo internacional, una buena parte de dichas consideraciones no han sido debidamente testeadas, o incluso, se han dado por rechazadas. Lo expuesto se da, fundamentalmente, por el hecho de que dichas “teorías”, tenían como base argumentativa y explicativa, el movimiento intelectual derivado del darwninismo social imperante por aquel entonces (Cuéllar Geopolítica: origen del concepto y su evolución). Derivado de aquel proceso, es que los autores fundadores de la geopolítica pensaban al Estado como un organismo viviente más, lo que, sumando a un contexto donde las grandes potencias rivalizaban por espacios territoriales, ejemplificándose en términos coloniales, daba como resultado que los países en general, se observaban en un entorno hostil. Así, la geopolítica se mostraba como una herramienta no solamente para comprender el contexto, sino como una salida para que los Estados pudieran estar alerta sobre una pérdida de influencia y poder, especialmente en momentos donde la visión de una “carrera armamentista” era generalizada en Europa (Mazower La europa negra).
La anterior visión, que finalmente para algunos autores desembocó en las causas reales de la Primera Guerra Mundial, se evidenció con mayor fuerza para la segunda conflagración bélica de características mundiales (Cohen Geopolitics. The geography of international relations). Esto último se debe a la clásica asociación que se efectúa entre algunas de las nociones de la geopolítica, especialmente la relativa a la del “espacio vital”, con los postulados esgrimidos por Hitler en su libro Mein Kampf, utilizando el anterior concepto como una justificación a la política exterior de la Alemania Nazi, y específicamente la invasión a la ex Unión Soviética. Lo mencionado ha dado a dos aspectos de la geopolítica: por un lado, se puede evidenciar que durante gran parte de la Guerra Fría, el término “geopolítica” no fue utilizado ni aludido, debido a que se le consideraba por parte de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, como una “ciencia nazi”; y por otro lado, la geopolítica comenzó también a ser evaluada y estudiada como parte de la historia, tomando en cuenta la manera en que abordaba los conflictos entre países, al tiempo que servía como elemento explicativo, en mayor o menor medida, del origen de la Segunda Guerra Mundial (Lacoste Geopolítica. La larga historia del presente).
Considerando la categorización de la geopolítica como un campo de estudio o disciplinario asociado al nazismo, su estudio y desarrollo se vio truncado, lo que a su vez no ayudó a categorizar lo que realmente era la geopolítica. Sin embargo, pese a ser considerada como parte de un conocimiento taboo, se siguieron aplicando algunos de los preceptos que comulgaba, aunque con determinadas variaciones. Por ejemplo, para países como Estados Unidos o aquellos pertenecientes a Europa occidental, la geopolítica comenzó a ser reemplazada por la perspectiva de la geoestrategia, tomando en cuenta que eran los tomadores de decisión en el ámbito de la Defensa Nacional, los que efectuaban análisis bajo aquella lógica de pensamiento y considerando los equilibrios de poder durante aquel período de la historia (Lacoste Las etapas de la geopolítica). Y en el caso de América del Sur, pese a que también se utilizó la visión de la geoestrategia, se siguió utilizando el concepto de geopolítica como tal, aunque con el común denominador que, en la mayoría de los casos, también eran personas vinculadas a las Fuerzas Armadas, las que hacían uso o desarrollaban trabajos de investigación sobre geopolítica, como parte de la profesionalización y modernización de sus directrices doctrinarias (Nunn Relaciones militares civiles sudamericanas en el siglo XX).
Más allá de tener diferentes interpretaciones y conceptos para poder evaluar un proceso o conflicto como geopolítico, e incluso considerando las diferencias geográficas en torno a la aplicación de dicho campo de estudio, lo cierto es que el elemento que se repite, hasta la década de los 70’, es tener al Estado como el aspecto central de cualquier discusión en torno a la geopolítica. Y es a partir de la década mencionada, en donde se comienza a tener una reflexión más aguda, específicamente en términos teóricos y epistemológicos, de lo que representaba la geopolítica, así como también el hecho de discutir sobre su posicionamiento disciplinario. Es así que en Francia, gracias a la plataforma dada por la revista Heródoto, como por los aportes de autores tales como Yves Lacoste y Paul Claval (Mendoza Razonamiento geopolítico, Lacoste Geopolítica), la geopolítica comenzó una renovación en su forma de ser concebida y aplicada, especialmente tomando en cuenta, por un lado, la perspectiva de desarrollo que se tenía que considerar, y por otro, los instrumentos, medios y consecuencias del poder, dentro del concepto en sí. Son aquellas nociones las que, a fines de la década de los 80’, las que finalmente decantaron en la conformación de una nueva manera de comprender la geopolítica, y que también se puede considerar como la base para la discusión epistemológica: la geopolítica crítica.
Hacia una necesaria discusión epistemológica y conceptual
Al tomar en cuenta la sistematización del conocimiento geopolítico, se evidencian diferencias que van más allá de la perspectiva disciplinaria o del campo de estudio que sirven de raíz para la geopolítica. En este sentido, se destaca el hecho de que la mayoría de los elementos epistémicos de dicho campo, o bien son dados como existentes o válidos, sin señalar una discusión previa, o en su defecto, no tienen una claridad con respecto al posicionamiento de la geopolítica, al interior de una concepción epistémica puntual. Así, estos aspectos que pueden ser comprendidos desde diferentes puntos de vista. En primer lugar, se establece que la concepción clásica de la geopolítica deviene de una lógica racionalista, que se deriva del pensamiento propio de a fines del siglo XIX, donde primaba en el imaginario la representación del Estado como un ser vivo y, por ende, totalmente racional de sus acciones. Y pese a que este sería uno de los elementos que, eventualmente, se encontrarían superados en términos paradigmáticos, aún sostiene una serie de supuestos, dentro de la perspectiva clásica de la geopolítica (Cuéllar Geopolítica). Un ejemplo de aquella “racionalidad”, se evidencia en cómo se asocia a la geopolítica con la política exterior de los Estados, como una manera de justificar el comportamiento de dichas unidades políticas en el sistema internacional (Flint Introduction to geopolitics). Un caso al cual es posible hacer mención sobre dicha racionalidad, es lo que ocurre con los denominados “códigos geopolíticos”, los cuales “suponen la evaluación, según su concepción estratégica y en tanto que amenazas potenciales, de lugares que están más allá de las fronteras del Estado” (Taylor y Flint 2002:99).
En segundo lugar, se concibe que la geopolítica es una herramienta que ayuda a la comprensión de los procesos conflictivos, especialmente cuando estos se reflejan en el ámbito que va más allá de las fronteras de los Estados. Esta concepción toma por un lado la perspectiva teórica del realismo y la situación de “anarquía” internacional como cualidades válidas, dando como resultado una directa asociación entre la geopolítica y el conflicto, expresado desde un punto de vista internacional. Por lo tanto, se tiene la tendencia a dar como real el hecho de que al momento que exista un conflicto, y que posea una afectación que vaya más allá de un país en particular, se le otorgue el rótulo de “conflicto geopolítico”. Esto se puede apreciar en múltiples obras que, a través del vocablo “geopolítica”, buscan dar una posible explicación sobre un fenómeno conflictivo, sin perjuicio de que no se tome una posición en torno a una perspectiva geopolítica en particular, o en su defecto que ni siquiera se haga una mención sobre lo que se interpreta por geopolítica (Kelly Classical geopolitics).
Y, en tercer lugar, se toman los diferentes preceptos de la geopolítica, como por ejemplo la misma expresión que proviene de la noción clásica, como es el caso del “núcleo vital”, o la misma percepción en torno a la “frontera”, como elementos que son reales y que, por ende, poseen una relevancia no menor al momento de explicar tanto el funcionamiento como los niveles de desarrollo de los Estados. En este plano, se tiene una consideración sobre un paradigma que fue propio del pensamiento de fines del siglo XIX, donde se concebía al Estado como un organismo vivo. Y si bien aquella postura ha quedado descartada, aún se sigue aplicando en diferentes segmentos de la geopolítica (Mendoza Razonamiento geopolítico, Lacoste Geopolítica). Un caso que ejemplifica lo anterior, recae en ciertas obras que, pese Kelly 2016a que no efectúan una alusión directa a los conceptos mencionados, establecen como aspectos clave, para la formulación de un análisis geopolítico, la permeabilidad de las fronteras y la ubicación de los principales centros urbanos, tomando siempre una perspectiva seguritaria (Cabrera La vinculación entre geopolítica y seguridad).
Los elementos mencionados dan cuenta de que la geopolítica, específicamente desde su punto de vista clásico, daba por reales y efectivos, una serie de puntos que determinaban dos aspectos relevantes, siempre desde la figura del Estado: por un lado, sus niveles de desarrollo, y por otro los fenómenos conflictivos a los cuales se veía expuesto. Pero dicho análisis, el cual primó desde la construcción misma del concepto de geopolítica, no puede tomarse en cuenta como una fórmula absoluta ni menos como algo “real”. Aquel razonamiento, que no da por sentado el hecho de que existan “leyes” geopolíticas, y que incluso ponen en tela de juicio el valor y la existencia del Estado, se considera como la base de los postulados más básicos de los que se nutre la geopolítica crítica.
La geopolítica crítica adquiere su definición como resultado de dos obras sustanciales. En primer lugar, como consecuencia de la investigación que llevaron a cabo John Agnew y Gearoid O’Tuathail a fines de la década de los 80’, viéndose reflejada de manera más masiva el año 1992, en un artículo donde reflexionaban sobre las consecuencias territoriales del discurso de la política exterior de Estados Unidos. En este sentido, se destaca la vinculación que ambos autores realizan entre el discurso y como este aspecto era representativo del poder, especialmente en un sentido posmoderno. Y como consecuencia de aquella relación, es que ponían en tela de juicio los preceptos más básicos de la geopolítica, ya que era posible evidenciar no solamente la carencia de argumentos fácticos para evidenciar la aplicabilidad de las premisas de la geopolítica, sino que también se podía visualizar a otro tipo de actores, que se desmarcaban de la comprensión del Estado como un actor unitario (O’Tuathail y Agnew Geopolitics and discourse). Y en línea con lo anterior, en el año 1990, Simon Dalby publica su libro Creating the Second Cold War: the Discourse of Politics, donde efectúa un análisis en el que se consideran los discursos presidenciales de la administración Reagan en Estados Unidos, como una manera que utilizaba dicho gobierno de “construir” una realidad, sobre la base de un discurso geopolítico. Pero la principal crítica, era que dicho discurso encerraba una serie de premisas que, además de dibujar una eventual realidad, daba paso para el establecimiento de políticas de seguridad y Defensa (Dalby Creating the second cold war). En términos generales, la geopolítica crítica puede ser definida como la “construcción social generada sobre la base de un discurso que, por lo general, posee un contexto de dominación (o influencia) sobre aspectos materiales y espirituales, y que se representan en acciones determinadas” (O’Tuathail 1996:53).
Al hablar del enfoque crítico de la geopolítica, se tiene que hacer una directa mención hacia aquellos aspectos que le hacen diferente de la concepción clásica del mencionado campo de estudio. Siendo así, es posible destacar tres elementos sustanciales: la relevancia del discurso, la cualidad del territorio, y la importancia de considerar el texto, contexto y actores que son parte de la elaboración misma del discurso. El primer elemento señalado, es decir el discurso, es el que más enfáticamente establece una diferencia entre los mencionados puntos de vista de la geopolítica. Es a través del discurso que se materializan las diferentes representaciones geopolíticas, e incluso, permiten moldear las nociones geográficas más clásicas, como lo es el mapa. En este plano, el discurso para la geopolítica crítica se convierte en el catalizador de otros elementos, como lo es el poder mismo y la geografía hacia un determinado espacio territorial. Pero lo más relevante, es que para la geopolítica crítica, la construcción de los esquemas de pensamiento de la geopolítica clásica, se plasmaron y se evidencian por medio de representaciones discursivas (Dodds Global geopolitics, O’Tuathail Critical geopolitics). Es por ello que, a partir de la aplicación y visualización de los parámetros del pensamiento geopolítico clásico por medio del discurso, es que la geopolítica crítica ha podido observar otros actores que van más allá del Estado, lo que da como consecuencia una ampliación de los criterios analíticos propios de la geopolítica clásica.
Un segundo elemento que considera la geopolítica crítica es el cambio en la perspectiva que se posee sobre el territorio. Dentro de la geopolítica clásica, la noción del territorio es modificable, pero siempre tomando en cuenta que es un aspecto que se encuentra en disputa. En otras palabras, el territorio se visualiza como un elemento más dentro de un juego de suma cero, evidenciando que la territorialidad se observa bajo un parámetro de poder de los Estados; es decir, mientras más territorio adquiera un país, más poderoso será en términos materiales. Pero para la geopolítica crítica, el territorio se evidencia como un aspecto mucho más flexible, al tiempo que admite el posicionamiento de otros actores que van más allá del Estado, tanto a nivel local como global. Desde esta visión, la misma noción de “territorio”, no logra dar explicaciones sobre otro tipo de fenómenos que sobrepasan el actuar del Estado, por lo que el concepto “espacio” se asocia de una manera más adecuada, a los parámetros que rigen a la geopolítica desde su apreciación crítica, incluso considerando procesos que afectan la dimensión territorial como la globalización (Agnew Globalization and sovereignty, Dodds y Atkinson Introduction to geopolitical traditions).
Finalmente, el tercer elemento que caracteriza a la geopolítica crítica es el hecho de otorgar relevancia a los actores que emiten el discurso, aquellos a los cuales va dirigido, y el contexto sobre el que se efectúo el mismo. En este plano, la geopolítica crítica otorga una mayor visibilidad a los diferentes actores que son generadores del discurso, con el objetivo de conocer los elementos que subyacen tanto en el discurso mismo, como en el actor que hace patente el mismo. Así, y relacionando aquello con los eventuales destinatarios del discurso, es posible evidenciar aspectos que motivaron el discurso, o incluso cuales podrían ser algunas de las consecuencias que el mismo genere. Pero además, se considera el contexto sobre el cual fue construido y ejecutado el discurso, estableciendo con ello un escenario que permite incorporar mayores procesos y elementos en la discusión geopolítica, siendo estos elementos señalados, los que permitirían la principal diferenciación en el análisis entre la perspectiva clásica de la geopolítica y la noción crítica (Müller Reconsidering the concept of discourse). Es así como las diferencias sustanciales entre cada una de las ramas de la geopolítica, en su división epistemológica, objeto de estudio, niveles de análisis, actores y finalidad, quedan reflejadas en el siguiente Cuadro.
Como una de complemento a lo mencionado, y que finalmente recae en el centro de las diferencias entre la perspectivas clásica y crítica de la geopolítica, pasa por el reconocimiento epistemológico que da origen a ambas y que, a la larga, determina la manera en cómo ambas nociones “espacializan” los aspectos tanto geográficos como políticos (Agnew Geopolítica). Al tomar en cuenta la raíz positivista del pensamiento geopolítico clásico, la perspectiva crítica no solamente busca ir más allá de aquellos planteamientos que en su momento no se discutieron, sino que también da paso para que, a través de la naturaleza reflectivista, se aprecien otros elementos, e incluso, se permita una mayor vinculación con otras líneas del conocimiento. Y es en este sentido, donde el debate epistemológico encuentra su relevancia.
Un ejemplo de lo anterior se evidencia en la concepción misma de la principal unidad de análisis de la geopolítica clásica: el Estado. Desde dicho punto de vista, epistemológica y conceptualmente, el Estado para la geopolítica clásica, es representado como un actor dado, real, y que tiene una estructura definida sobre la base de diferentes elementos, entre ellos el territorio, pero que actúan bajo una base inamovible; pero para la noción crítica, el Estado no necesariamente se evidencia como un actor dado, sino como otro actor más. Incluso, no se representa desde una base donde los elementos que lo constituyen se encuentran evidenciados, sino que se realza el papel de las personas que son parte de la estructura institucional del mismo, e incluso las diferentes ramas del Estado, son interpretadas de manera diferente, siempre en relación con la relación que puedan tener con el territorio, en términos espaciales (Dodds, Kuus y Sharp Introduction: geopolitics and its critics). Por lo tanto, si bien ambas perspectivas establecen aportes relevantes, el punto de vista crítico es más complejo de comprender, debido tanto a su base epistémica, como a los elementos que incorpora para su análisis.
Sobre lo mencionado, es que es posible estructurar la manera en cómo una región, en este caso Suramérica, ha interpretado la forma en que se constituye el pensamiento geopolítico, tomando en consideración el hecho de que en dicha región, la geopolítica ha servido de herramienta para la toma de decisiones en el ámbito de las relaciones exteriores de la mayoría de los países que son parte de la misma, por cerca de un siglo, incluso en momentos en donde la geopolítica era considerada por la comunidad académica internacional, como una “ciencia nazi”.
El panorama suramericano
Al hablar de geopolítica dentro del contexto de América del Sur, es posible encontrar un mapeo teórico y conceptual relativamente amplio, pero al mismo tiempo desconocido. Y si se añade una eventual discusión de características epistemológicas en torno a la construcción del conocimiento geopolítico, aquel panorama se complejiza a la hora de entender las dinámicas sobre las que se articula el pensamiento geopolítico a nivel regional. Pero sin perjuicio de lo mencionado, cabe resaltar el hecho de que en la región, la geopolítica se ha desarrollado ampliamente, especialmente durante la época de la Guerra Fría, teniendo incluso parámetros propios a la hora de contemplar diferentes fenómenos, tanto a nivel nacional como internacional (Nolte y Wehner Geopolitics in Latin America, old and new; Preciado y Uc La construcción de una geopolítica crítica desde América Latina y el Caribe).
En línea con lo mencionado, la región ha sido un espacio en donde las diferentes nociones de la geopolítica, especialmente desde la óptica clásica, han tenido una amplia acogida y repercusión, en términos de influencia en el campo de la construcción de determinadas políticas y estrategias, aplicadas tanto a un contexto nacional, pero especialmente en el ámbito de la política exterior y de Defensa de los países. Incluso, se ha considerado que el aporte de determinados países suramericanos al campo de la geopolítica ha sido tal, que es posible denominarlos como generadores de “escuelas geopolíticas”, tomando en cuenta la relación existente entre trabajos académicos por un lado, y la aplicación de las diferentes premisas en la acción misma del Estado (Nunn Relaciones militares civiles sudamericanas en el siglo XX, Child Geopolitical thinking in Latin America). Pero al respecto, cabe señalar que catalogar a un país dentro de la noción “escuela geopolítica”, fue dentro de un contexto histórico determinado, como lo fue el conflicto bipolar, donde la región tuvo dictaduras de características militares.
Este último aspecto, es decir el posicionamiento de militares en el ámbito político, no es menor, al momento de considerar el panorama actual del pensamiento geopolítico regional. Y aquello se da, especialmente, por la forma en cómo la geopolítica se posicionó en América del Sur. Al ser la geopolítica propia de Alemania como de los países nórdicos de Europa, la geopolítica llegó a Suramérica a través de dos grandes vías, las cuales están fuertemente conectadas con el segmento militar. La primera vía de llegada de dicho conocimiento, fue por medio de los agregados militares de los países suramericanos en Europa, y específicamente en los países mencionados en su momento; mientras que la segunda fue a través de las misiones militares que contrataron diversos países en la región, en la primera mitad del siglo XX (Nunn Relaciones militares civiles sudamericanas en el siglo XX). Dichos procesos fueron los que luego derivaron en la generación de un conocimiento regional y estatal propio, en el campo de la geopolítica, pero siguiendo los parámetros establecidos desde el nacimiento del concepto como tal. En definitiva, la asociación que se efectúa de la geopolítica con las fuerzas armadas en la región, en particular en el cono sur, “se debe a cómo llegó dicha forma de conocimiento y a que la geopolítica se sopesó como una herramienta que permitía explicar eventuales hipótesis de conflicto, principalmente con los países con los cuales se tenía frontera común” (Cabrera 2018:181).
De lo anterior, es posible extraer tres grandes elementos para el análisis de la geopolítica en Suramérica, los cuales se mantienen en la actualidad. En primer lugar, se puede corroborar el fuerte componente militar en el desarrollo de las diferentes premisas geopolíticas en la región; en segundo aspecto, que producto de las nociones que llegaron a América del Sur, se evidencian dos formas diferentes de interpretar la geopolítica, incluyendo incluso el foco sobre el cual se interpreta a la geopolítica desde sus orígenes; y en tercer término, se observa que los parámetros de discusión, tanto epistemológica como teóricamente, no han variado mayormente de los cánones utilizados al momento de la creación del campo de estudio en sí.
El primer elemento para tomar en cuenta es la fuerte influencia militar que ha tenido la geopolítica en el contexto regional. Y más allá de la manera en cómo la geopolítica llegó al escenario suramericano, lo cierto es que la gestión del conocimiento geopolítico ha tenido un fuerte tutelaje militar. Guardando las diferencias geográficas y culturales de cada país, el segmento militar en la región ha sido el que se ha apropiado de las nociones geopolíticas, tomando en cuenta que dicho campo de estudio es una parte sustancial del perfil de los oficiales, en su proceso de profesionalización en las Escuelas Superiores o Academias de Guerra (Nunn Relaciones militares civiles sudamericanas en el siglo XX). Pero, además, lo anterior ha dado paso a un tutelaje militar de la geopolítica en la región, donde el conocimiento de la misma ha sido monopolizado e incluso, sustentado como una parte de la formación militar, debido a que por medio de la utilización de la geopolítica, el segmento militar puede evidenciar amenazas para un país determinado (Kacowicz Geopolitics and territorial issues, Barton A political geography of Latin America). Y es por aquella última cualidad que durante las dictaduras militares en la región, los oficiales utilizaron a la geopolítica como una forma de proyectar su conocimiento en temas internacionales, o incluso como una manera de justificar diversas hipótesis de conflicto, usando la plataforma estatal para constatar aquella realidad (Cabrera Geopolítica en América del Sur).
El segundo aspecto es que, pese a que la geopolítica adquiere el tutelaje militar, la manera en cómo se interpreta las nociones geopolíticas son diferentes, incluso en un sentido regional. Por ejemplo, al considerar las perspectivas geopolíticas del cono sur, se tiene una consideración especial a la mantención de la integridad territorial del Estado, como consecuencia de la historia conflictiva de aquellos países. Pero, además, se tiene el hecho de que la geopolítica se visualiza como un medio para evidenciar un potencial conflicto, es que se tiende a vincular con los estudios de seguridad, siempre tomando en cuenta al Estado como el principal actor a resguardar, desde un punto de vista más cercano a la geopolítica de Ratzel (Cabrera La construcción de la geopolítica en Suramérica). Aquella perspectiva difiere de la comprensión e interpretación geopolítica que se da en países como Brasil o en parte de los países andinos, donde si bien el principal actor sigue siendo el Estado y la gestión se mantiene mayormente en manos de militares, tiene diferencias sustanciales a la hora de aplicar el conocimiento geopolítico. En este sentido, la representación que se efectúa de la geopolítica va apuntada a mejorar las condiciones de desarrollo de la sociedad, siendo el Estado la principal herramienta para lograr aquello. Es por ello por lo que se evidencia la necesidad de que el Estado logre una presencia territorial homogénea, por medio de sus instituciones, para así lograr un desarrollo más equitativo, quedando en evidencia la influencia de Kjellen en sus planteamientos (Caetano De la “Suiza de América” al “Uruguay como problema”, Rivarola ‘Geopolitics of integration’ and the imagination of South America).
Sin embargo, y considerando el tercer elemento señalado de la geopolítica en la región, es que los cánones epistémicos y teóricos, no han cambiado de manera sustancial, al momento de analizar un fenómeno determinado, o incluso al momento de considerar el posicionamiento geopolítico de un país en cuestión. Esto se explica, en parte, debido al monopolio del conocimiento que aún siguen manteniendo militares dentro del campo de la geopolítica, no dando paso a una discusión más amplia sobre los cánones epistemológicos y teóricos que sostiene a las diferentes perspectivas de la geopolítica; pero, además, por el hecho de que la geopolítica en Suramérica no ha sido debidamente trabajada desde la universidad como tal. Esto se entiende a su vez como una carencia en el debate, debido a la falta de claridad de la geopolítica, en torno a posicionarse en un campo disciplinario claro, generado a su vez confusión conceptual y en el mismo objeto de estudio. No obstante, también está el hecho de que existe un fuerte desconocimiento, dentro del campo académico en general, de los diferentes aportes que se han generado desde la región, a la geopolítica como tal (Kelly Classical geopolitics, Nolte y Wehner Geopolitics in Latin America, old and new).
Como complemento a la percepción de desconocimiento del pensamiento geopolítico en Suramérica, es posible evidenciar que los nuevos conceptos y perspectivas de la geopolítica, como es el caso de la misma geopolítica crítica, no es adecuadamente comprendida, especialmente si dicho ejercicio deviene de autores vinculados a la noción clásica. Y como plantean Detlef Nolte y Leslie Wehner, “mientras América Latina es una región en la que el pensamiento geopolítico es influyente, la vía de la geopolítica crítica, la cual busca deconstruir las diferentes racionalidades y significados de los discursos geopolíticos es, paradójicamente, subdesarrollada, en comparación a la aproximación clásica” (Nolte y Wehner 2016:34). Así, se tiende a vincular a la geopolítica crítica casi de manera exclusiva con el aumento de actores que intervienen en la lógica geopolítica y los discursos que se emiten (González Organización del espacio global en la geopolítica “clásica”). Pero tal vez el principal problema en la comprensión de la geopolítica crítica es que se visualiza como algo separado o aparte del conocimiento geopolítico, sin caer en cuenta que dicho punto de vista parte de una base epistemológica diferente, lo que a su vez repercute en la crítica a planteamientos positivistas al momento de construir sus argumentos analíticos. Dicha perspectiva establece resistencias, especialmente cuando se tocan procesos de seguridad que implican el actuar de las instituciones militares, en una región donde el papel de los segmentos armados aún sigue siendo relevante, al momento de considerar, desde un punto de vista institucional, a los diferentes organismos del Estado y los discursos que emiten los mismos (Pérez Liderazgo político y transformaciones institucionales, Cairo y Lois Geografía política de las disputas de fronteras).
Pero pese a los cuestionamientos y problemas en el entendimiento de las nuevas formas de comprender a la geopolítica desde la región, también se observan avances dentro del campo, especialmente al momento de abordar la realidad regional como un todo y su proyección dentro del contexto internacional, al tiempo que se va más allá de un punto de vista positivista del campo de estudio señalado. Siendo así, es posible destacar aquellas perspectivas que buscan evidenciar un cambio de posicionamiento de América del Sur frente al actuar de Estados Unidos en lo que va del siglo XXI, la construcción de una noción de “región” como tal para Suramérica, por medio de los diversos procesos de regionalismo, y la interpretación geopolítica en torno a la protección de los recursos naturales, especialmente los que poseen la denominación de ser “estratégicos”.
Uno de los elementos clave dentro de cualquier análisis geopolítico, es el posicionamiento territorial y/o espacial que se posea, al momento de considerar una relación de poder. Y considerando aquello, Suramérica tiene una histórica y fuerte vinculación con Estados Unidos, tanto desde un punto de vista material, como de las relaciones de dependencia dentro del esquema establecido por el sistema económico capitalista. En dicho aspecto, las nociones de seguridad y comerciales, tanto a nivel regional como de cada uno de los países, se ve directamente afectada por el hecho de tener a una superpotencia compartiendo el mismo espacio territorial, dentro de una lógica hemisférica. Y pese a que dicha temática ya ha sido debidamente estudiada desde diferentes disciplinas, lo cierto es que, dentro de la temática de la geopolítica, se establece que no se puede efectuar un análisis regional, sin tomar en cuenta la presencia de aquel país, dentro de los intereses suramericanos (Barrios La geopolítica sudamericana del siglo XXI, Borón América Latina en la geopolítica del imperialismo).
Un complemento a la anterior noción se da al momento de considerar las diferentes formas de regionalismo que Suramérica ha adoptado a lo largo de su historia, y principalmente en lo que va del siglo XXI. La manera en cómo los países de la región han adoptado un modelo de integración o cooperación, y los objetivos que establecen al momento de considerar la adopción de tal decisión, han sido parte de la proyección internacional de Suramérica, tomando en cuenta procesos de regionalismo. Sin embargo, el énfasis de análisis de dichos procesos ha estado concentrado en buscar explicaciones sobre la base de la economía política internacional, las perspectivas comparadas, e incluso la historia misma de los procesos, pero no desde un punto de vista de la geopolítica. Es por ello por lo que el posicionamiento internacional de la región, así como la evaluación política de dichos procesos, son parte de una nueva e incipiente agenda de estudios, dentro del campo de la geopolítica, tomando en cuenta aspectos tales como la noción de liderazgo regional, proyectos de integración con consecuencias estratégicas, o la adopción de acuerdos internacionales extra regionales (Wehner y Nolte Role theory and geopolitical thinking in South America, Rivarola Geopolitics and integration).
Finalmente, un punto que también escapa a la perspectiva unitaria y tradicional de la geopolítica centrada en el Estado es el hecho de que, en Suramérica, la protección a determinados recursos naturales posee una relevancia cada vez mayor, tanto en las agendas ambientales como estratégicas de los países. Y se señala que escapa del punto de vista estatal tradicional, porque una buena parte de dichos recursos poseen alcances transnacionales o comparten un espacio territorial entre varios países. Un ejemplo de lo anterior es la protección de la Amazonía, o de los recursos que se ubican en las zonas de protección marítimas. La cooperación entre países, en conjunto con una evaluación de la relevancia geopolítica de dichos recursos, hacen que la región pueda adoptar una posición relativamente similar, tomando en cuenta la incorporación de actores foráneos, tanto estatales como privados, en la búsqueda de la posesión de estos (Bruckman Recursos naturales y la geopolítica de la integración sudamericana).
Conclusiones
Uno de los puntos centrales del presente trabajo, pasa por el hecho de otorgar un reconocimiento a la geopolítica como un campo de estudio que, pese a la validez que tenga a través de diferentes autores y obras, aún se encuentra en plena construcción, especialmente considerando la realidad que evidencia Suramérica. Y es en este plano, donde surge la necesidad de establecer parámetros para un amplio debate, tanto en términos epistemológicos, teóricos y conceptuales, con el objetivo de seguir enriqueciendo el conocimiento geopolítico. Es por ello por lo que, al establecer la diferenciación entre la perspectiva clásica y crítica de la geopolítica, se debe evitar comprender aquella separación como absoluta o dentro de lineamientos exclusivos, sino que se tiene la necesidad de un diálogo y una apreciación holística de la geopolítica, aplicándose a la realidad regional. Siendo así, es también posible señalar la necesidad de una comprensión bidireccional de ambas ramas de la geopolítica; ya que, por un lado, la geopolítica crítica nace como una respuesta al excesivo positivismo de la geopolítica clásica, el punto de vista clásico también puede tomar elementos analíticos de la geopolítica crítica, para efectuar así diagnósticos más rigurosos y complejos, al tiempo que se evidencian fortalezas y debilidades mutuas.
Pero para lograr lo anterior, se requiere que la academia juegue un rol preponderante y protagonista. Esto, debido a que incluso en el siglo XXI, se evidencia aún un fuerte tutelaje militar sobre la geopolítica. Sin embargo, la solución para un mayor y mejor debate sobre los preceptos geopolíticos, no se da por el hecho de equiparar la producción académica de la geopolítica, en contraposición con la que se pueda efectuar dentro de la esfera militar. Debido a la tradición que dicho segmento ha establecido sobre la geopolítica a lo largo de la historia, y considerando también el hecho de que ha sido que, como consecuencia de la gestión de los militares sobre el conocimiento geopolítico, se avanzó en el desarrollo de nociones propias regionales en torno al campo de estudio en sí, es que se requiere un diálogo y comunicación entre los militares y la academia. Aquello, con el objetivo de dar a conocer los puntos de vista que efectúan los militares, y compararlo con las nociones más relacionadas a otros campos del conocimiento. Y dentro de aquella lógica, es donde el debate epistemológico y disciplinario debe darse, en un esquema de cooperación mas no de competencia. Pero es finalmente la academia, y más específicamente las universidades, las que deben ser capaces de lograr estructurar una arquitectura de debate y discusión sobre la geopolítica, considerando siempre la realidad y posterior aplicación al contexto suramericano.
Y en línea con lo mencionado, y tomando en consideración los diferentes procesos de análisis geopolítico que se llevan a cabo en América del Sur, en conjunto con las dificultades que se hacen patentes al momento de buscar una clasificación para la geopolítica en términos disciplinarios, la vinculación entre comunidades epistémicas pasa a considerarse como un requisito para la construcción de un mejor y más complejo conocimiento geopolítico. El hecho de encasillar a la geopolítica casi de manera exclusiva en una óptica vinculada a la seguridad y los estudios estratégicos da pie para un entendimiento restringido de las múltiples facetas y enfoques que se pueden dar a un fenómeno o proceso social. Es por ello por lo que el diálogo disciplinario, sin abandonar los postulados fundamentales que le dan la cualidad como tal a la geopolítica, e incluso tomando en cuenta las diferencias culturales e identitarias, hará posible un análisis más profundo de las realidades que se viven en Suramérica, considerando a su vez que la región tampoco se puede observar como un todo unitario.
La idea con esto es avanzar dentro de la discusión geopolítica, pero desde un punto de vista mucho más complejo. Si se siguen tomando en cuenta como válidos los preceptos que se derivan de a fines del siglo XIX, bajo el contexto de un darwinismo social ya superado, la región no será considerada más allá de los elementos positivistas derivados de aquella manera de interpretar la realidad social. Pero incluso más allá: una discusión amplia de la geopolítica, en términos epistemológicos, derivada en una comprensión más holística de la realidad y los fenómenos que poseen una afectación negativa a la sociedad en su conjunto, logrando eventualmente, formulación de directrices y propuestas que ayuden a explicar procesos y fenómenos geopolíticos con consecuencias regionales y nacionales.
Resumen:
Introducción
La sistematización del conocimiento geopolítico
Hacia una necesaria discusión epistemológica y conceptual
El panorama suramericano
Conclusiones