Typesetting
in Boletín de Filología
El desarrollo diacrónico de ponerse a + INF como construcción de soporte: contrastes dialectales
Resumen:
En el siguiente artículo, analizamos la deriva histórica de la perífrasis incoativa ponerse a + INF en el español chileno. Nuestro propósito es describir la trayectoria diacrónica de esta construcción, trazando contrastes dialectales con su desarrollo histórico en el español peninsular y con otras perífrasis incoativas del español. En el plano teórico, interactuamos con la teoría de la gramaticalización y con la gramática de construcciones. En términos metodológicos, nuestro estudio se basa en una revisión de corpus lingüísticos históricos que permite cimentar un análisis cuantitativo y cualitativo. Como resultado de la indagación, argumentamos que ponerse a + INF manifiesta un desarrollo principalmente divergente de aquel que se observa en la variedad peninsular. Además, argumentamos que este esquema ha funcionado como construcción de soporte en la creación o ensayo de nuevos mecanismos incoativos.
1. INTRODUCCIÓN
Nota de título 1
Nota de autor 2
Nota de autor 3
En la lengua española, el valor incoativo, entendido como el tipo de aspecto que focaliza la fase inicial de un evento, se articula fundamentalmente mediante perífrasis verbales de infinitivo. Los auxiliares que canalizan dicho valor son verbos léxicamente iniciativos (empezar/comenzar a + INF), verbos de movimiento (echar(se) a + INF), verbos de cambio de estado (romper a + INF) y verbos locativos (ponerse a + INF y meterse a + INF) (cf. Gómez Torrego 1999; Aparicio y Castellón 2014; Enghels y Vanhulle 2018; Garrido y González 2020). Entre tales tipos verbales, el paradigma de los verbos locativos ha manifestado gran rentabilidad no solo por su alcance expresivo o por su creciente frecuencia de uso (Comer y Enghels 2017; Cuní 2019), sino también por la atracción analógica que ha generado sobre otras construcciones con valor incoativo (Enghels y Vanhulle 2018; Garrido y González 2020). En este sentido, la perífrasis ponerse a + INF parece posicionarse como el prototipo que está en el centro de la categoría radial de las perífrasis incoativas procedentes de verbos locativos 4 . Los estudios histórico-gramaticales de los últimos años han sido reveladores en lo que concierne a este punto. No obstante, se han centrado exclusivamente en la descripción del dialecto peninsular. Por tanto, la comparación con las variedades americanas apenas ha sido desarrollada, de ahí que el presente trabajo esté concebido como un intento de avanzar en tal dirección.
Nuestra investigación se cimienta en los hallazgos desarrollados por Garrido y González (2020 ), artículo en que se postula un nuevo tipo léxico, propio del español de Chile, sobre el cual la construcción ponerse a + INF ha ejercido una atracción analógica, esto es, la perífrasis incoativa ganarse a + INF 5 . Dicha propuesta suscita interés en el modo en que la auxiliarización de poner se ha desarrollado en la variedad chilena y en las interacciones de dicha construcción con otras perífrasis incoativas. En consecuencia, tres han sido las preguntas de investigación que han orientado nuestro análisis: ¿Cómo se desarrolla la perífrasis ponerse a + INF en la variedad chilena? ¿En qué medida la trayectoria diacrónica de ponerse a + INF del español peninsular converge con la trayectoria de la perífrasis en el español de Chile? ¿Cómo se relaciona tal construcción con otras perífrasis incoativas? Nuestro objetivo, por tanto, consiste en describir la trayectoria diacrónica de ponerse a + INF en el español de Chile, trazando contrastes con su desarrollo histórico en el español peninsular y con otras perífrasis incoativas de uso generalizado.
Para la consecución de nuestro objetivo, nos valemos de procedimientos y postulados teóricos procedentes de la teoría de la gramaticalización y de la gramática de construcciones (v. § 2.1), y de su potencial descriptivo respecto de la configuración histórica de las perífrasis verbales. En este sentido, resultan fundamentales los aportes de Garachana (2009, 2017), en
relación con el estudio de las perífrasis verbales en general, y los de Comer y Enghels (2017 , 2018), Enghels y Vanhulle (2018 ) y Garrido y González (2020 ), dirigidos particularmente a las perífrasis incoativas procedentes de verbos locativos.
Desde un punto de vista metodológico, nuestro análisis se fundamenta en las herramientas procedimentales de la lingüística de corpus. En concreto, procesamos cuantitativamente los datos extraídos de algunos corpus históricos del español como el CORDE, el CNDHE y el CORDIAM (v. § 3). No obstante, cuando la falta de datos impide la construcción análisis estadísticos representativos, presentamos análisis cualitativos a partir del procesamiento lingüístico de ejemplos empíricos claves.
2. MARCO TEÓRICO
2.1. Ponerse a + INF entre las perífrasis incoativas
Los estudios acerca del paradigma de las construcciones perifrásticas del español ubican ponerse a + INF en el grupo de las perífrasis aspectuales (Gómez Torrego 1999; Fogsgsaard 2002; ASALE 2009; Aparicio y Castellón 2014; Comer y Enghels 2017; Enghels y Van Hulle 2018; Cuní 2019). El aspecto, en este sentido, se trata de un conjunto de informaciones “que un predicado proporciona sobre la manera en que se desarrolla y distribuye un evento en el tiempo” (De Miguel 1999: 2980). En otras palabras, las perífrasis aspectuales especifican el tiempo interno del verbo descrito por la misma acción verbal, en cuanto a la extensión, la intensidad o la fase de un evento. Tal como señalamos (v. § 1), el conjunto de verbos auxiliares que permite articular este valor está integrado por algunas formas como empezar/comenzar, echar(se), romper, ponerse y meterse. En el caso de ponerse a + INF, puede describirse como una perífrasis fasal que indica la incoación de un evento, pues, al igual que las construcciones modélicas de este conjunto —empezar a + INF y comenzar a + INF— se concentra en expresar el inicio de un proceso denotado por el infinitivo (Gómez Torrego 1999; Aparicio y Castellón 2014). En efecto, todas estas construcciones comparten aproximadamente este mismo valor aspectual, tal como se refleja en los siguientes ejemplos (1a-c).
(1a) Juan comenzó/empezó a trabajar.
(1b) Juan se puso a trabajar.
(1c) Juan se metió a trabajar.
Todas estas perífrasis denotan la transición del inicio de un evento, sin embargo, no pueden ser reducidas a construcciones sinonímicas, ni en el plano semántico, ni en el sintáctico (Fogsgaard 2002). En las oraciones expuestas, por ejemplo, es posible notar ligeramente algunas de estas diferencias, como la pronominalización del auxiliar. Por esto mismo, algunos autores han procurado definir o describir tales matices sintácticos y semánticos (Gómez Torrego 1999; Fogsgsaard 2002; Aparicio y Castellón 2014).
Los estudios suelen caracterizar las perífrasis incoativas, siguiendo el modo de transición de un actante, desde la no-existencia a la existencia de un evento (Aparicio y Castellón 2014). Dicho de otro modo, la incoación traza un curso temporal entre una situación previa a otra que inicia, una vez expresada la acción. Ahora bien, el traspaso entre el estado inicial y el posterior presenta gradaciones, que procesan la dirección de desplazamiento del actante o la forma accidentada de su trayectoria (Fogsgaard 2002). Por ejemplo, la incoación de ponerse a + INF consiste en un cruce repentino e intenso, en que se pierde el interés por la continuidad de la acción (Gómez Torrego 1999; Aparicio y Castellón 2014; Cuní 2019). Además, sugiere una tonalidad subjetiva, puesto que precisa de cierto grado de voluntad y esfuerzo por parte del sujeto (Aparicio y Castellón 2014). De esta forma, el tránsito abrupto en términos temporales que implica ponerse a + INF impide la admisión de infinitivos que denoten una realización gradual, a diferencia de las perífrasis incoativas por defecto:
(2a) *Se puso a amanecer.
(2b) Empezó a amanecer.
(2c) Comenzó a amanecer.
Otra singularidad de ponerse a + INF es que su auxiliar pertenece a la categoría de verbos locativos, junto a la perífrasis también incoativa meterse a + INF (Comer 2013). Estos verbos, en su versión léxica, se caracterizan, por una parte, por una estructura argumental prototípica de tipo trivalente (ADESSE 2019), a saber, un sujeto agente, con función de iniciador de un evento, un OD o móvil, y un OI, aunque su utilización como segundo argumento suele ser menos común, debido a que se selecciona un complemento de lugar, en su posición:
(3a) Le puso sal a su comida.
(3b) Le metió un gol al equipo contrario.
(3d) Puso el salero en la mesa.
(3e) Metió un gol en la esquina de la portería.
Por otra parte, los verbos locativos son elementalmente verbos de colocación, es decir, denotan “un movimiento o cambio de lugar de un objeto o tema, provocado por un agente consciente” (Comer 2013: 17). Valga como ejemplo el enunciado (3d): en esta oración, poner supone un movimiento de desplazamiento, en el que un OD se mueve en dirección a un punto
de referencia o de destino. Dicho movimiento es el que los hablantes han aprovechado para la auxiliarización del verbo tanto con matices incoativos como los de (1c-d), como con valores causativos como los de (4a-b):
(4a) Juan lo puso a trabajar.
(4b) Juan lo metió a trabajar.
En tales casos, la huella semántica del movimiento locativo es incluso más clara que en los usos incoativos, de ahí que la bibliografía focalice la interacción de ambos valores (cf. Comer y Enghels 2017; Cuní 2019), en especial —como explicaremos a continuación— en lo que atañe a su configuración histórica.
2.2. El estudio lingüístico-histórico de las perífrasis incoativas procedentes de verbos locativos: entre gramaticalización y construccionalización
En términos generales, el estudio histórico de las perífrasis verbales se remonta al clásico trabajo de Alicia Yllera (1980) orientado al castellano medieval. A partir de este momento, tal como explica Garachana (2017: 9-10), ha habido una proliferación de estudios centrados en una perífrasis, en algún grupo en particular o en algún periodo determinado. Desde el punto de vista explicativo, las variadas investigaciones sobre perífrasis conducen a concluir lo siguiente:
[…] el desarrollo de estas construcciones traza senderos evolutivos que en ocasiones encajan en los patrones de la gramaticalización o de la construccionalización, mientras que en otras se explican mejor como procesos de copia léxica propiciada por mecanismos de naturaleza analógica o como el resultado de la incorporación de latinismos gramaticales surgidos como innovaciones que singularizan al latín del medievo europeo. (Garachana 2017: 22).
En efecto, las investigaciones dirigidas a desentrañar el origen y desarrollo histórico de ponerse a + INF presentan argumentos que sugieren el accionar de un proceso de gramaticalización, o bien, de construccionalización. Desde el primer punto de vista, Comer y Enghels (2017 : 904), refiriéndose a la auxiliarización de poner, señalan que esta forma “se acopla a un verbo infinitivo subordinado dejando así de funcionar como verbo principal (descategorización), y pierde (en parte) su significado etimológico locativo (blanqueamiento semántico parcial), como consecuencia de un proceso de gramaticalización”. La misma idea es sostenida por Cuní (2019 : 124), autor que precisa: “la perífrasis incoativa ponerse a + INF ha experimentado un proceso de gramaticalización, partiendo de la estructura causativa hasta llegar a consolidación de la perífrasis incoativa”. Sobre la base de su análisis, además, Cuní (2019 ) postula las siguientes ideas en relación con dicho
proceso de gramaticalización:
(i) El uso causativo detona el uso incoativo.
(ii) Ambos usos comienzan a documentarse en los siglos XIV y XV.
(iii) En tales siglos se concretó el primer cambio semántico de asociación por contigüidad (colocar algo en un lugar para realizar una acción > comenzar a realizar dicha acción).
(iv) A partir de este momento, el desarrollo de la perífrasis consistió en ampliar gradualmente los tipos léxicos que selecciona en la posición del verbo auxiliado. En concreto, entre los siglos XVI y XVIII aparecen combinaciones con formas verbales que designan eventos más abstractos, en el siglo XIX surgen verbos léxicos que implican un debilitamiento del control por parte del sujeto (como reír y llorar) y en el siglo XX se consolidan verbos con sujeto cero (como llover).
Esta propuesta coincide, a grandes rasgos, con la descripción que formuló Verroens (2011) para la auxiliarización de mettre en el francés. No obstante, ha sido criticada por Comer y Enghels (2017 ), Enghels y Comer (2018 ) y Enghels y Vanhulle (2018 ), pues no considera la variación sintáctica (preposicional) y la variedad léxica del núcleo auxiliar. En lugar de esta explicación, tales lingüistas argumentan en favor de un desarrollo paralelo o independiente de la construcción causativa e incoativa, sin que un valor haya sido accionado por el otro. Además, sostienen que “las perífrasis verbales causativa e incoativa con poner se han formado a través de una extensión metafórica del esquema locativo de movimiento causado (caused-motion) propuesto por Goldberg (1995: 52)” (Comer y Enghels 2017: 910).
Desde el segundo punto de vista, todos los investigadores coinciden en que, como complemento de la gramaticalización, ponerse a + INF es, además, el resultado de un proceso de construccionalización. Esta noción dimana de la gramática de construcciones (Goldberg 1995, 2006; Croft 2001) y, en términos concisos, consiste en el establecimiento de una construcción, entendida como “una pareja convencionalizada de forma y significado” (Enghels y Vanhulle 2018: 94). Así, pues, en una perífrasis, lo que se convencionaliza es la unión o combinación frecuente de un sujeto, un auxiliar, una preposición y un infinitivo, en un proceso histórico que supone el surgimiento de una colocación, luego un constructo o asociación frecuente de palabras y, en último término, una construcción o esquema abstracto convencionalizado y que se hace cada vez más prolífico o productivo (Garachana 2017). En este sentido, el proceso gradual por el que ponerse a + INF amplía su combinatoria con verbos léxicos más abstractos y menos dinámicos constituye un fuerte indicio de construccionalización.
En adición, tal como hemos introducido (v. § 1), es preciso añadir que ponerse a + INF ha actuado como construcción de soporte y que, como tal, ha generado una atracción analógica sobre otros procesos de auxiliarización: en particular el de romperse a + INF y el de ganarse a + INF. La existencia de construcciones de soporte (supporting constructions) ha sido acuñada en la gramática histórica por De Smet y Fischer (2017 ), a partir del estudio de Abbot-Smith y Behrens (2006) dirigido a la adquisición de segundas lenguas. La idea consiste en que “el desarrollo de ciertas construcciones gramaticales resulta de la copia de otras asentadas en el idioma desde las que es posible una extensión analógica” (Garachana 2017: 60). Dicha copia opera con agilidad cuando hay una sinonimia en el plano léxico que detona la atracción sinonímica en el plano sintáctico. Tal proceso permite la creación de nuevas construcciones sin que medie un proceso de gramaticalización. Este mismo hecho explicaría por qué en ocasiones se encuentran perífrasis que emergen abruptamente. En términos empíricos, este tipo de construccionalización ha sido estudiado en relación con la atracción analógica de haber de + INF y haber que + INF sobre las construcciones tener de + INF y tener que + INF (Garachana 2017). Además, en el caso particular de ponerse a + INF, se ha sostenido que como esquema abstracto también ha generado un rol crucial en la creación de dos nuevas perífrasis incoativas: romper a + INF (Enghels y Vanhulle 2018) y ganarse a + INF (Garrido y González 2020). El caso de ganarse a + INF resulta llamativo, pues se trata de una construcción propia de la variedad chilena. Su auxiliarización se documenta a partir de la segunda mitad del siglo XX, con un despliegue repentino de funcionalidades muy similares a las de ponerse a + INF (5c-d), solo una vez que se consolida la sinonimia léxica entre ganarse y ponerse (5a-b).
(5a) Me puse en la pieza.
(5b) Me gané en la pieza.
(5c) Me puse a escuchar música.
(5d) Me gané a escuchar música
La existencia de este mecanismo conduce a suponer la posibilidad de que ponerse a + INF haya incrementado su grado de prototipicidad dentro del paradigma de perífrasis incoativas y que, asimismo, haya ejercido la misma presión analógica sobre otras construcciones incoativas. Por lo mismo, en nuestro análisis examinamos el modo en que dicho esquema abstracto interactúa con otras perífrasis similares y poco esporádicas del español.
3. METODOLOGÍA
La metodología que utilizamos considera la revisión de los ejemplos de ponerse a + INF en los registros de autoría chilena. Estos fueron extraídos de los bancos de datos históricos Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español (CNDHE), Corpus Diacrónico del Español (CORDE) y Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América (CORDIAM) 6 . Por un lado, hemos escogido los dos primeros corpus, en vista de que en total registran alrededor de 187 000 000 de palabras, recopiladas de textos escritos entre el siglo XII y 1975; de estas entradas, 56 500 000 tienen su origen en territorio americano. Por su parte, CORDIAM se constituye de 9 644 566 palabras distribuidas en 12 907 textos escritos en América. Geográficamente, contiene ejemplos de los 19 países americanos actuales, mientras que, cronológicamente, reúne documentos históricos desde 1494 a 1905. Optamos, además, por estos corpus dado que presentan una variada tipología textual; en particular incluyen archivos históricos (administrativos, crónicos y jurídicos), textos literarios (narrativos, líricos y dramáticos) y no literarios (epistolares, ensayísticos, expositivos), y documentos periodísticos.
Tras explorar las bases de datos, hallamos un total de 195 entradas relevantes, entre los siglos XVI y XX. Descartamos, del cómputo o registro de datos, los ejemplos más recientes del español chileno de los años 2000 al 2020 por dos motivos: primero, según las investigaciones históricas sobre la construcción ponerse a + INF (Comer y Enghels 2017; Cuní 2019), hay pocos cambios que se han sucedido entre el siglo XX y XXI, y hemos optado por cotejarlos desde un punto de vista más cualitativo (v. § 4.9); segundo, incluir la elevada cantidad de ejemplos posibles de documentar en el siglo XXI generaría una desproporción en el análisis estadístico, teniendo en cuenta la baja documentación de ejemplos en los siglos previos. Por tanto, optamos por reservar tales datos para un análisis sincrónico de la variedad chilena moderna. En adición, sobre todo para el establecimiento de análisis cualitativos, hemos consultado bases de datos actuales como el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA), el Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES XXI) y buscadores como Google.
El registro de los ejemplos conllevó una primera búsqueda manual, y otra segunda búsqueda automática, por medio del programa Macro Express Pro. En seguida, sometimos las ocurrencias seleccionadas a ciertos criterios de etiquetado que nos ayudaron a profundizar en las características semánticas y sintácticas de las perífrasis encontradas. En particular, trabajamos con los siguientes criterios de análisis:
1. el tipo de preposición que introduce la subordinación del auxiliado;
2. la presencia (o ausencia) de incisos entre auxiliar y auxiliado, como medida del grado de incorporación de ponerse y el infinitivo;
3. los rasgos semánticos del sujeto;
4. las clases verbales que aparecen en la posición del auxiliado;
5. el régimen argumental del verbo auxiliado; y
6. el tipo semántico del verbo auxiliado.
En definitiva, los parámetros establecidos nos permitirían reconocer las características prototípicas de ponerse a + INF, además de los fenómenos particulares de gramaticalización o construccionalización, que pudieran manifestarse en el contexto del español chileno.
4. EL DESARROLLO HISTÓRICO DE PONERSE A + INF EN LA VARIEDAD CHILENA
4.1. Fijación de la preposición a
De acuerdo con los datos aportados por Comer y Enghels (2017 : 909 y ss.), la preposición que sucede a poner, tanto en la construcción causativa como en la incoativa, experimentó la siguiente alternancia o variación sintáctica:
la construcción causativa e incoativa presentan una evolución paralela: en los siglos 13 y 15 se observa más variabilidad sintáctica, visto que las construcciones podían formarse con a, en o sin preposición alguna. Los datos cuantitativos muestran que en una fase posterior (sobre todo a partir del siglo 17) tiene lugar una fijación formal de ambas perífrasis verbales que consiste en el uso exclusivo de la preposición a, y la extinción de las variantes con en y cero. (Comer y Enghels 2017: 909).
En contraste, en los datos analizados de la variedad chilena, no se observa este tipo de alternancia. Es decir, el verbo léxico siempre está precedido por la preposición a, desde el siglo XVI hasta el siglo XX. El único caso que amerita un análisis particular es el ejemplo (6a), que citamos a continuación:
(6a) Por manera que los caballos que destos trances han escapado, vienen a llegar a la guerra flacos, trashijados y deshechos de tan largo y áspero camino y ruines pastos, y así ¿que bríos podrán tener para acometer o resistir la caballería enemiga, no sólo tan superior en número cuanto he dicho, pero tan bien mantenida y descansada, que los está aguardando dentro de su misma tierra sin necesidad de salir della? Pero bien fácil será de conjecturar que tales efectos pueden prometer caballos que van tan necesitados de descanso, reposo y pasto. Y si no fuese más el daño que la pérdida dellos, no fuera demasiadamente grande; pero es cosa lastimosa el verse hombres de vergüenza en ocasiones de honra en caballos que contradicen cuanto procuran espuela, rienda y corazón para ganarla. Y volviendo a tratar de la caballería de los indios, digo, que cada día la han ido y van aumentando, porque no hay peligro a que no se pongan para hurtar los caballos a los nuestros, por estimarlos sobre toda riqueza, señorío o mando. Y es tal su arrogancia y presunción en viéndo sea caballo, que le parece a cada uno, que todo el mundo es poco para él, de donde nace el tenerles increíble envidia los demás que se hallan a pié, y el no descansar hasta acaudalar caballos poniéndose a manifiestos riesgos y peligros. (Alonso González Nájera, Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile, 1614, Chile [CORDE]).
(6b) obo más de dos mill hanegas de maíz, puesto que se compraron muy caras con la sangre de los españoles, e por señalada ventura escapó el adelantado, e faltó poco para le matar en una celada en que se puso para tomar guías que le dijesen de los bastimentos […]. (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, 15351557, España [CORDE]).
(6b) obo más de dos mill hanegas de maíz, puesto que se compraron muy caras con la sangre de los españoles, e por señalada ventura escapó el adelantado, e faltó poco para le matar en una celada en que se puso para tomar guías que le dijesen de los bastimentos […]. (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, 15351557, España [CORDE]).
Se trata de una crónica militar en que Alonso González Nájera registra algunos acontecimientos que sucedieron al desastre de Curalaba de 1598. En este fragmento, en concreto, el autor describe lo desgastados que estaban los caballos y, a propósito, se refiere a que la población indígena fue aumentando la posesión de caballos. En este contexto, inserta la razón que subyace a dicho incremento de caballos: “porque no hay peligro a que no se pongan para hurtar los caballos a los nuestros”. Desde nuestra óptica, la lectura que le imprime coherencia al relato es aquella que interpreta la segunda partícula negativa como un expletivo, es decir, sin polaridad negativa. En este sentido, quedaría claro que la razón por la que han aumentado sus caballos reside en el hecho de que no hay peligro en robar los de la milicia española. Si estos supuestos son acertados, la lectura de la construcción ponerse para + INF podría admitir el valor incoativo: “no hay peligro en que (no) se pongan a hurtar los caballos nuestros” 7 . Y de ser válido este análisis, lo interesante es que, aunque se trate de un caso aislado, daría cuenta de una variación sintáctica más compleja que la que han previsto las observaciones de la variedad peninsular en la diacronía, pues habría que añadir, además, la preposición para.
A partir de este registro, hemos realizado calas en el CORDE para observar la construcción en otras variedades del español, incluyendo la peninsular, pero los ejemplos que hemos encontrado tan solo reproducen una lectura locativa-final, como la que se observa en los ejemplos (6b-c).
4.2. Grado de incorporación sintáctica
El grado de fijación formal del auxiliar con el complemento infinitivo ha sido interpretado como un indicio del estado de gramaticalización de la perífrasis (Fischer 2007; Enghels 2007; Comer y Enghels 2017). En consecuencia, un estado avanzado de gramaticalización se evidenciará, entre otras propiedades, en una mayor reticencia a la incorporación o intercalación de elementos léxicos entre el auxiliar y el auxiliado. En el caso de la perífrasis incoativa ponerse a + INF, los datos analizados por Comer y Enghels (2017 : 911 y ss.) respaldan precisamente la idea de un descenso paulatino en el grado de incorporación sintáctica, que va del 28,6 % en el siglo XIII al 5,5% en el siglo XXI.
En contraposición, los datos disponibles del español chileno presentan una distribución divergente, que se desmarca de la gradación propia de la variedad peninsular.
Si bien la Tabla 1 exhibe algunas limitaciones —como el mínimo registro de ocurrencias en el siglo XVI y la ausencia de ejemplos en el siglo XVIII— es posible advertir dos tendencias muy marcadas. En primer lugar, la variedad chilena, al parecer, no se destaca por un grado de incorporación elevado en las fases iniciales de la construcción. Su empleo en el siglo XVII, por ejemplo, da cuenta de un estado avanzado de fijación sintáctica. En segundo lugar, se observa un repunte bastante abrupto en el empleo de elementos incrustados en el siglo XIX (13,2%), hecho que contrasta con el declive en que se halla la incorporación de elementos en la variedad peninsular (9,5%). Este hiato es mucho más notorio cuando se considera su repentina caída en el siglo XX (4%), que se sitúa incluso por debajo del nivel de la curva proyectada propia del español peninsular (7,5%) 8 . En este sentido, la representación del Gráfico 1 facilita una mejor comprensión de ambas tendencias.
Nota de fig.1 9
En virtud de las cifras presentadas, estimamos que hay que descartar la posibilidad de que, en la variedad chilena, la perífrasis verbal se haya gramaticalizado con mayor celeridad entre el siglo XIX y XX, pues, como vimos, el nivel de fijación sintáctica ya era bajo en el siglo XVI y XVII. Por el contrario, intuimos que, para la variedad chilena, el grado de incorporación no es un indicio de gramaticalización, sino de tradicionalidad discursiva. Nos referimos a la perspectiva teórica, de impronta coseriana, que distingue la historicidad de los textos como un tipo diferente de la historicidad de la lengua. Según esta perspectiva, determinadas reglas idiomáticas podrían reflejar, más bien, los procesos de configuración histórica de una determinada tradición discursiva y no de la lengua per se 10 . En el caso particular de la incrustación entre auxiliar y auxiliado, al considerar las características de los ejemplos (7a-d), los textos y la comunidad discursiva en que se inscriben, resulta evidente que estamos frente a una adopción discursiva (cf. Koch 2002 y 2008), más que ante un indicio de gramaticalización.
(7a) En vez de adversarios, las tropas del gobierno no hallaban sólo las noticias de su mansión en aquellos lugares, y de la insolencia con que despreciaban el poder de los conquistadores. Se ponían entonces a buscarlos con encarnizamiento; pero eran raros los que tenían la desgracia de caer en sus manos. (Miguel Luis Amunategui, La dictadura de O’Higgins, 1853, Chile [CORDE]).
(7b) Decidióse, pues, a principiar el ataque, y se dio la orden a un piquete de marchar, en compañía de la fuerza de San Luis, a apoderarse del cuartel de Bomberos. Los de línea y los paisanos se pusieron en marcha a quemar cartuchos, en un combate que, con el tiempo perdido en tomar aquella determinación, debía ser uno de los más sangrientos que recuerda la historia de la capital de Chile. (Alberto Blest Gana, Martín Rivas, 1862-1875, Chile [CORDE]).
(7c) Con este motivo se retiró prudentemente el almirante fuera del alcance de las fornidas piezas de la Punta, cuyos artilleros, engreídos por aquella hazaña, se pusieron locamente a disparar cohetes en señal de burla y de victoria. (Benjamín Vicuña Mackenna, La campaña de Lima, 1881, Chile, [CORDE]).
(7d) Después de orillar un poco el río por entre los escombros de recientes laboreos, nos pusimos, como dicen, a pirquenear para adiestrarnos en el manejo de la batea. (Vicente Pérez Rosales, Recuerdos del pasado, 1814-1860, Chile [CORDE]).
Un examen detallado de los ejemplos (7a-d) —así como del resto de registros de que disponemos— revelará que todos pertenecen a géneros estructuralmente próximos o afines (novela y crónica histórica). Además, los autores podrían catalogarse como miembros implícitos de una misma comunidad discursiva de la época, a saber, la clase intelectual que desempeñaba roles políticos, historiográficos y literarios.
El carácter eminentemente discursivo y estilístico de la intercalación de frases, a nuestro entender, queda demostrado por dos hechos muy concretos. En primer lugar, de los siete ejemplos registrados, cinco proceden de dos autores —Amunátegui y Pérez Rosales—, hecho que sugiere un uso más consciente y elaborado de la incrustación. En segundo lugar, se trata de un
recurso del que los autores se valen más allá del contexto sintáctico de la perífrasis ponerse a + INF. Basta asomarse al ejemplo (7b) para notar que, como estrategia, figura en un nivel exacerbado a través de todo el fragmento
11 .
Desde un punto de vista cualitativo, cabe resaltar, adicionalmente, la amplitud de los tipos léxicos y estructurales que figuran como elementos intercalados. Hemos registrado adverbios, sintagmas nominales, sintagmas preposicionales, sintagmas adverbiales, incisos oracionales y adjetivos. Resulta especialmente llamativo este último tipo señalado; de la prosa de
Pérez Rosales leemos: Tanto el huésped como el convidado nos pusimos gustosísimos a dar cuenta de tan raro manjar por esos mundos (Vicente Pérez Rosales, Recuerdos del pasado, 1814-1860, Chile [CORDE]). Se trata de un adjetivo intercalado con función de complemento predicativo orientado hacia el sujeto y, como tal, refuerza aún más el carácter discursivo de este tipo de incrustaciones, puesto que, desde la óptica del español actual, no es un tipo de función que suela romper la construcción de una perífrasis.
4.3. Elevación de clíticos
Las perífrasis verbales en el español admiten la posición preverbal o postverbal de los clíticos, además de la adyacencia enclítica tanto en el auxiliar como en el auxiliado. Al respecto, en los datos recopilados, se observan con regularidad casos de enclisis (8a) y de proclisis (8b) en unión con el auxiliar:
(8a) La frialdad con que Leonor le dio las gracias, poniéndose a hojear el libro, le persuadió que al pedírselo ella no había tenido otra intención que la de buscar una pieza. (Alberto Blest Gana, Martín Rivas, 1862-1875, Chile [CORDE]).
(8b) Dime también si te parece justo que cuando miro hacia el camión y veo a una persona y me pongo a hacerle señas, no recibo más respuesta que un disparo […] (Pablo Álvarez, La Catedral de la luz, 1995, Chile [CNDHE]).
(8c) En la platea figuraban siempre en calidad de policía tres soldados armados de fusil y bayoneta: uno a la izquierda, otro a la derecha de la orquesta y el tercero en la entrada principal. Principiaba entonces el uso de no fumar en el teatro; pero un gringo que no entendía de prohibiciones, sobre todo en América, sin recordar que tenía el soldado a su lado, y sobre su cabeza el palco del Director Supremo, don Bernardo O’Higgins, sacó un puro y muy tranquilo se lo puso a fumar. El soldado lo reconvino, el gringo no hizo caso; pero apenas volvió el soldado a reconvenirlo con ademán amenazador, cuando, saltando el gringo como gato rabioso, empuña el fusil del soldado para quitárselo, y se arma entre ambos tan brava pelotera de cimbrones y de barquinazos, que Otelo y Loredano desde el proscenio y los espectadores desde afuera se olvidaron de la enamorada Edelmira para sólo contraerse al nuevo lance. (Vicente Pérez Rosales, Recuerdos del pasado,
1814-1869, Chile [CORDE]).
En cuanto a la elevación de clíticos, Cuní (2019 : 129) indica que los primeros casos se manifiestan en el siglo XVII y que, de hecho, se mantienen hasta la actualidad. En nuestra exploración, el único ejemplo encontrado (8c) corresponde al siglo XIX y se enmarca en el rango de los resultados aportados por el autor. Tradicionalmente, los pronombres clíticos se originan en la posición canónica de su argumento análogo y su elevación se iniciaría al adjuntarse al núcleo verbal (Bosque y Gutiérrez-Rexach 2009: 600). En el ejemplo (8c) hay dos oraciones coordinadas: (A) Sacó un puro y (B) Muy tranquilo se lo puso a fumar, donde el objeto directo de A se traspasa a B como un proclítico adjunto a la perífrasis. Es particularmente llamativo este caso, debido a la utilización del pronombre clítico lo como mecanismo de recurrencia, pues mantiene la relevancia del referente en la oración A, además de conservar las características sintácticas de este (Aijón y Borrego 2013: 101). En otras palabras, el pronombre clítico lo de la oración B asume un rol anafórico, respecto del OD de la oración A. En ese sentido, se trataría de un uso marcado e inducido por condiciones discursivas. Por lo mismo, queda en evidencia la necesidad de abordar la elevación de clíticos desde un punto de vista pragmático-discursivo, más allá de su carácter sintomático de un eventual proceso de gramaticalización.
4.4. Clases de verbo auxiliado: criterio semántico
La amplitud en la capacidad combinatoria de un auxiliar con nuevas clases semánticas de verbos auxiliados es interpretada por Cuní (2019 : 125) como “un nuevo cambio construccional de tipo sintáctico”. En su estudio, los primeros registros de ponerse a + INF, hallados en el siglo XIV, señalan que en la posición del verbo auxiliado primero aparecen verbos de desplazamiento. Luego, en los siglos posteriores se observa la tendencia de seleccionar infinitivos cuyas acciones pertenecen a un plano cada vez más abstracto, además de presentar una pérdida progresiva del control de la acción por el sujeto principal. Este último cambio es notorio a partir del siglo XVIII, con la introducción de verbos que expresan emociones. La consolidación de este proceso es alcanzada en siglo XX, con la incorporación de verbos meteorológicos, del tipo Se puso a llover (Cuní 2019: 126).
En contraste, la variedad chilena presenta rasgos que se alejan, en cierta medida, de los registros aportados por Cuní:
En la Tabla 2 es posible vislumbrar que la aparición de los verbos de desplazamiento en la posición del auxiliado ocurre en el siglo XIX (9,4%) y su presencia disminuye en el siglo XX (2%). Contrariamente a los registros de Cuní, el primer ejemplo documentado de la variedad chilena selecciona un verbo de percepción como auxiliado (v. § 4.9, ejemplo 16). En este sentido, en primera instancia, no podríamos afirmar la progresión hacia una dimensión cada vez más abstracta como la que describe Cuní (2019 ).
En segundo lugar, encontramos dos ejemplos de verbos pertenecientes al plano emocional, apuntados en el siglo XIX (1,9 %) y en el siglo XX (0,8%). Estos porcentajes contrastan en gran medida con los datos de Cuní (2019 : 126), pues, en relación con los siglos citados, su investigación indica que los verbos de emociones alcanzan un 16% y un 26,1%, respectivamente. Ante esta información, no podemos comprobar la tendencia observada por Cuní (2019 ) en cuanto a la pérdida de control del sujeto de la perífrasis, denotada por el auxiliado y, nuevamente, no podemos refrendar el proceso de abstracción al que alude.
En tercer lugar, comparada con el español peninsular, la variedad chilena destaca por presentar una elevada cantidad de ejemplos, cuyo infinitivo selecciona verbos de actividad. De acuerdo con los registros de Cuní (2019 ), los verbos de actividad alcanzan un alto porcentaje de aparición, sobre todo en el siglo XVIII (33,4%), en comparación con las clases verbales del auxiliado. Sin embargo, nuestros registros indican que la recurrencia de los verbos de actividad es aún más prominente en el español chileno. Ya en el siglo XVII se presenta una súbita aparición porcentual (68,8%), que se conserva en el siglo XIX (64,2%) y se eleva en el siglo XX (77,6%). El siguiente gráfico ilustra de un modo más perceptible tal contraste:
En cuanto al porcentaje de las clases verbales en posición de auxiliado, Cuní (2019 ) destaca una mayor presencia de verbos de comunicación, de actividad y de emoción. La variedad chilena, en cambio, presenta la tendencia a seleccionar, en su mayoría, verbos que denoten un proceso material o de actividad, cognitivo y comunicativo. Estas clases semánticas figuran a partir del siglo XVII y se posicionan porcentualmente arriba de las demás clases verbales en el siglo XX.
En síntesis, según los datos encontrados en nuestro estudio, no hay evidencia de un proceso gradual, sino de cambios construccionales abruptos. Intuimos que la proliferación de las clases gramaticales del español peninsular expuesta por Cuní (2019 ) posibilitó la utilización de infinitivos, en el español chileno, independientemente de su grado de abstracción como auxiliado. En efecto, es probable que nos encontremos ante un caso de tradicionalidad discursiva, pues los registros de Cuní indican que los tipos de verbos más recurrentes en el español chileno ya se presentaban en la variedad peninsular con altos puntos porcentuales en el siglo XVI. Así, pues, los verbos de actividad (25%), de comunicación (31,3%) y de cognición (28,8%) se concentraban en las formas perifrásticas de ponerse a + INF en el español de España. A propósito de los autores citados (9a-c), estos comparten una comunidad discursiva: tanto Núñez de Pineda y Bascuñan y Jufré del Águila son criados en el seno de familias españolas nobles y sirven al reino de España en la Guerra de Arauco; y utilizan, además, un mismo tipo de texto (crónica), para registrar sus campañas militares en tierra chilena. Ante esta información podemos considerar que los verbos utilizados tempranamente en el español de Chile son una herencia discursiva de las esferas comunes de comunicación de los autores con la tradición española.
(9a) Y como el labrador que halló un tesoro de tanta estimación que no conoce su valor ni su grandeza y quilates, anda confuso sin determinarse en el modo de su aprovechamiento, así algún tiempo anduve confuso, hasta que vino ya a atreverme a tanto que me puse a escribir; y animado con tan grande riqueza, hice un poema dilatado, tanto que en escribirle en borrador segundo y en limarle, he gastado tres años. (Melchor Jufré del Águila, Compendio historial del descubrimiento y conquista del Reino de Chile, 1630, Chile [CORDE]).
(9b) Cenamos y bebimos entre todos los de casa, y dimos fin a nuestra cántara de chicha, con que despues nos pusimos a rezar las oraciones los muchachos y yo y las indias; y habiéndonos acomodado la cama una hija del cacique, que por su órden cuidaba de mí, nos acostamos, y por haber llegado fatigados del camino, con facilidad nos rendimos y sujetamos al sueño. (Núñez de Pineda y Bascuñan, El cautiverio feliz, 1673, Chile [CORDE]).
(9c) En cuyo lugar dijo el maestro y doctor Gaspar Sanchez de la compañía de Jesus que siempre se habia visto y reconocido, que del demasiado amor y estrecha comunicacion nacian inmortales odios, principalmente cuando alguna torpe razon o deshonesta causa unió las voluntades, o se puso de por medio a convenirlas: por uno o por otro respeto se declaró a Paulina Decio Mundo, diciéndola que estimaba mucho el favor que le habia hecho, en haberle ahorrado las ducientas mil dragmas, pues importó poco su resistencia y el haberle despreciado, cuando con pretexto del dios Abnubide habia ejecutado sus intentos y satisfecho su apetito. (Núñez de Pineda y Bascuñan. El cautiverio feliz, 1673, Chile [CORDE]).
4.5. Aspecto léxico
Otro asunto que nos interesa estudiar en las clases de verbos es la denominada aktionsart del auxiliado. Particularmente, en las construcciones perifrásticas incoativas, el aspecto léxico supone niveles temporales o aspectuales, en relación con la capacidad eventiva de estas. Por lo mismo, el espectro perifrástico incoativo ha sido estudiado, atendiendo a la diferenciación del modo en que se inicia una acción (Gómez Torrego 1999; Fogsgsaard 2002; Aparicio y Castellón 2014). Puesto que ponerse a + INF responde a un cruce voluntario y repentino hacia la acción, existen restricciones semánticas en sus posibilidades combinatorias determinadas por el auxiliado. Sobre este hecho, en su estudio de las perífrasis de fase, Aparicio y Castellón (2014: 82) advierten que “la perífrasis ponerse a + INF muestra preferencias estadísticamente significativas en la elección del verbo con el que coaparece” 12 .
Ahora bien, como mencionamos anteriormente (v. § 2.1), el aspecto léxico o aktionsart es el conjunto de informaciones sobre la manera en la que ocurre o no ocurre un evento en el tiempo. Cuando decimos que una acción ocurre o no ocurre, nos referimos a la noción prototípica de los verbos dinámicos y no dinámicos. Los primeros, por un lado, son eventos que ocurren en el tiempo y expresan temporalmente la transición de una acción a un estado o el resultado de dicha transición. Es decir, refieren a un cambio de estado o a un estado de cambio (cf. De Miguel 1999, Comrie 1976). Los eventos no dinámicos, por su parte, son aquellas acciones que se dan de forma homogénea a lo largo del periodo de tiempo en el que se extiende tal acción (De Miguel 1999: 3012); no se trata de un periodo de tiempo determinado en el que se enmarca el avance de una acción, ni el resultado posterior a la transición de un evento, sino que, de un modo de acción no dinámica y no delimitada.
Esta misma distinción es la que aplicamos, en primera instancia, a los auxiliados seleccionados por ponerse a + INF en nuestro estudio, obteniendo como resultado un 100% de registros con infinitivos exclusivamente dinámicos. Lo anterior se condice con las conclusiones de Aparicio y Castellón (2014), puesto que, a propósito de la perífrasis ponerse a + INF, existe un solo caso de corpus que los autores encontraron con infinitivo de estado, cuyo porcentaje de aparición corresponde a un 0,0001% respecto del total de su muestra. Si bien hay evidencia de perífrasis incoativas que admiten algunos verbos estativos, ponerse a + INF se aleja, en sus posibilidades combinatorias, de estas, y se inclina estadísticamente hacia la selección de verboides dinámicos.
A partir de este hallazgo, optamos por la clasificación de Vendler (1967) para distinguir aspectualmente la dinamicidad de los eventos de los auxiliados, ya que nos permite determinar en qué medida la clase verbal del infinitivo se ajusta a la rentabilidad propia de ponerse a + INF. La clasificación se basa en el análisis semántico de categorías binarias, vale decir, el límite temporal interno del verbo [+télico/-télico] y la duración interna del verbo [+puntual/-puntual]. La primera categoría alude al progreso del tiempo interno de una acción, que puede o no estar delimitada. Así, pues, si una acción posee un límite interno, estos verbos serán télicos, en oposición a aquellos verbos que no se dirigen al final interno de la acción, por lo cual, serán denominados verbos atélicos. La segunda categoría se refiere al intervalo temporal que traza una acción (De Miguel 1999: 3030). En este caso, los verbos que efectivamente trazan una línea temporal, sin importar la culminación del evento, carecen de puntualidad; en cambio, los verbos que denotan un breve instante para abarcar una acción carecen de temporalidad y, por tanto, son intrínsecamente puntuales. En definitiva, bajo estos criterios podemos definir tres tipos de verbos: actividades [-télico; -puntual], realizaciones [+télico; -puntual] y logros [+télico; +puntual]. De esta manera, utilizamos esta distinción para clasificar los datos obtenidos en nuestra investigación:
En términos generales, la variedad chilena se destaca, en primer lugar, por una mayor aparición de verbos menos puntuales, es decir, actividades y realizaciones (10a-b). Esto se corresponde con la incoación intrínseca de ponerse a + INF, pues si la perífrasis realza la fase inicial de una acción, se espera que esta continúe su desarrollo temporal, tenga o no un término
expreso. En consecuencia, nuestros resultados apuntan a una tendencia esperada, según la naturaleza de ponerse a + INF. En segundo lugar, observamos que, en los primeros siglos registrados, hay una propensión hacia el uso de verbos realizativos, que disminuye abruptamente en el sigloXX. Por el contrario, los verbos de actividad aumentan de forma progresiva, hasta que se posicionan con la mayor carga porcentual en el siglo XX.
(10a) Yo soy tu hija -pesca el árbol del pie, lo saca, como quien saca una pluma-. Yo soy tu hija.
Y lo abraza, y se ponen a llorar, y el viejito en resignación le dijo:
- ¡Hija! ¡Perdón! Ya no lo puedo hacer, ya nunca más hacerlo.” (Francisco Gutiérrez, El rey cruel que arroja a su hija del hogar, 1968, Chile [CORDE]).
(10b) - ¿Qué voy a hacer con este padre? -dijo-. ¡Naranjita, por la virtud que mi compadre diablito te ha dao, que este padre se ponga a lavar toda la noche, amanezca lavando! Se arremanga el padre y se pone, refriega la ropa y aporrea (la narradora ríe).” (Amelia Quiroz, La naranjita, 1962, Chile [CORDE]).
(10c) señaladamente las veces que el día de antes la han hecho los nuestros de vacas en los tales cuarteles, de las que suele llevar el campo para su mantenimiento, porque los ceba y aún ciega de tal manera la golosina de los huesos que quedan por el suelo, que por sacarlos el alma o tuétano, se ponen a perder las vidas, haciendo lo mismo por cualquier
caballo muerto que haya quedado en el cuartel (Alonso González Nájera. Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile, 1614, Chile [CORDE]).
(10d) Don Juan José se puso a enterar a don José Miguel del estado de las cosas públicas, y le confió que los parciales de Rozas le habían apalabrado a él y a don Luis para intentar un golpe de mano contra el congreso, y que se habían comprometido a ejecutarlo. (Miguel Luis Amunátegui Aldunate, La dictadura de O’Higgins, 1853, Chile [CORDE]).
(10e) Cuarenta años de persecución literaria es algo fenomenal. Con cierta fruición me pongo a resucitar esta solitaria batalla que fue la de un hombre contra su propia sombra, ya que yo nunca tomé parte en ella.
(Pablo Neruda, Confieso que he vivido, 1973, Chile [CORDE]).
Siguiendo con las palabras de Aparicio y Castellón (2014), la rentabilidad funcional de las perífrasis incoativas se relaciona con la expresividad discursiva. Así, romper a + INF es una perífrasis menos rentable funcionalmente que comenzar/empezar a + INF, pero discursivamente expresa un mayor empleo de energía por parte del sujeto. En otras palabras, la rentabilidad funcional de una perífrasis incoativa sugiere un indicio de construccionalización, pues estos procesos construccionales permiten una mayor productividad léxico-semántica (Enghels y Van Hulle 2018: 100). En estos términos, es interesante la aparición de verbos de logro, a partir del siglo XVII. El ejemplo citado (10c) utiliza un infinitivo puntual, pues perder no presenta fases como estructura interna y culmina necesariamente en un punto. Dado que su paso por un periodo de tiempo se destaca por carecer de un progreso con o sin un límite, resulta interesante observar un constante aumento porcentual de las apariciones de verboides que denotan logro (10d-e), debido a que la aspectualidad de la perífrasis ponerse a +INF sugiere necesariamente una combinatoria con verbos durativos. Los datos hallados nos instan a concluir que el uso de verbos de logro se debe a la aspectualidad de la perífrasis, es decir, que el aspecto propio del auxiliar quedaría relegado al de la perífrasis que conforma.
4.6. Clases de verbo auxiliado: criterio sintáctico
Comer y Enghels (2017 : 20) proponen una clasificación para los infinitivos de acuerdo con el grado de transferencia de energía por parte del agente. Las autoras apuntan a que la dinamicidad de un infinitivo se relaciona con su transitividad verbal: los verbos con un alto grado de energía serán verbos transitivos, seguidos por los inergativos, mientras que los verbos con un bajo o nulo grado de transferencia de energía serán verbos inacusativos y copulativos. Bajo estos parámetros, los datos aportados por Comer y Enghels (2017 ), en relación con la perífrasis incoativa ponerse a + INF, indican que tanto los verbos transitivos como inergativos mantienen su dominio porcentual hasta el siglo XXI. Sin embargo, estos datos contrastan con los que hemos analizado, dado que se observa un desequilibrio en la presencia de verbos transitivos e inergativos. En particular, los verbos transitivos alcanzaron su cumbre en el siglo XV (79%), pero esta comenzó a descender hasta el siglo XXI (48,8%). En cambio, los verbos inergativos ascienden de forma ininterrumpida desde el siglo XIII (14,3%) hasta el siglo XXI (48%). Por su parte, la frecuencia de los verbos inacusativos baja abruptamente en el siglo XV (2,8%), tendencia que se mantiene hasta el siglo XX (3%).
En relación con los resultados obtenidos en nuestra investigación, existen rasgos distintivos de la variedad chilena. En primera instancia, como era de esperar por el grado de dinamicidad de los verbos auxiliares en ponerse a + INF, los verbos que implican un mayor empleo de energía —es decir, transitivos e inergativos— lideran las cifran porcentuales desde el siglo XVI hasta el siglo XX. En cuanto a los verbos transitivos, se mantienen en altos puntos porcentuales por lo menos hasta el siglo XIX (77%), y también sufren una caída a partir del siglo XX (43%), pero a diferencia de los datos obtenidos por Comer y Enghels (2017 ), el momento crucial de recurrencia se manifiesta en el siglo XIX, en relación con otros tipos de verbos. Si bien nuestros registros arrojan que el total de la muestra del siglo XVI se trata de verbos transitivos, esta corresponde a solo un caso, por lo cual no es propicio considerarla para un análisis comparado. Por su parte, los verbos inergativos mantienen un comportamiento similar al de los datos de Comer y Enghels (2017 ).
En segundo lugar, podemos observar una tendencia particular en relación con los verbos inacusativos. En la variedad chilena, estos verbos en posición del infinitivo se manifiestan en el siglo XVII (6%). No obstante, el siglo siguiente no encontramos nuevos registros. No es hasta el siglo XX (20%) en el que podemos hallar una acometida porcentual de los verbos inacusativos. Esto difiere en gran medida del caso peninsular, ya que los bajos porcentajes de recurrencia aparecen en el siglo XV y perduran hasta el siglo XXI.
(11a) Instalaron un disquito, ahí afuera, que registra cada uno de mis movimientos; es imposible engañarlo. (Por la estufa) Prendes esa cosa, y el condenado disco se pone a girar, que se las pela. Después vienen, y te meten un papelito bajo la puerta, que trae anotada la sentencia. (Egon Wolf, Álamos en la azotea, 1986, Chile [CNDHE]).
(11b) Sin poderlo evitar, Daniel se puso a temblar en su interior. Para engañar a su angustia empezó a recordar escenas dispersas de su infancia y adolescencia. (Alberto Baeza Flores, La frontera del adiós, 1970, Chile [CORDE]).
(11c) Búscame por el cielo
y me verás pacer.
Ahora no soy rojo
como cuando era res.
Subí de un salto al cielo
y aquí me puse a arder.
A veces soy lechoso,
A veces color miel. (Gabriela Mistral, Ternura, 1924-1925, Chile
[CORDE]).
En los ejemplos (11a-c) hay una característica que resalta y a la que hemos aludido en anteriores apartados: el uso estilístico del lenguaje posibilita el uso de infinitivos inacusativos. Este uso especial de la lengua permite utilizar verbos que naturalmente poseen argumentos pacientes, que reciben la acción o la eventualidad denotaba por el verbo. En este sentido, los verbos inacusativos se corresponden con la dinamicidad de verbos de logros. Respecto de los ejemplos citados, particularmente el uso del lenguaje literario en el poema Ternura de Gabriela Mistral sugiere una forma marcada de emplear la lengua, no solo en términos de ritmo poético, sino que también en sus dimensiones semántica y sintáctica. La combinatoria en me puse a arder con un sujeto animado deja en evidencia la apertura hacia una nueva forma de expresividad discursiva en la perífrasis ponerse a + INF, puesto que el verbo arder alude a un significado figurativo.
4.7. Los tiempos y los modos verbales
Según Cuní (2019 : 127), otro indicio de construccionalización en las perífrasis es la capacidad de conjugarse con diversos modos y tiempos verbales. En sus resultados indica que los primeros ejemplos hallados, por lo menos hasta el siglo XVIII, corresponden a las conjugaciones de pretérito perfecto simple de indicativo y presente de indicativo. Por lo mismo, la mayor cantidad de ocurrencias se concentra precisamente en estos modos y tiempos verbales. También destaca que a partir del siglo XIX aparecen otras formas de poner, que apuntan a un avance en el proceso de gramaticalización de la construcción ponerse a + INF en el español peninsular.
En relación con la variedad chilena, en los siglos XVI y XVII se sigue la tendencia observada por Cuní (2019 ): hay un alto porcentaje de aparición del pretérito perfecto simple de indicativo (12a) y del presente de indicativo (12b). Sin embargo, en nuestros hallazgos figuran en menor porcentaje ejemplos de pretérito imperfecto de subjuntivo, tanto en su variante en -ra como en –se (12c).
(12a) Practicadas todas sus diligencias, regresó a casa de don Dámaso y se puso a trabajar en el escritorio de éste […] (Alberto Blest Gana, Martín Rivas, 1862-1875, Chile [CORDE]).
(12b) En cuanto asoma, Moncho se pone a hojear distraídamente una revista. (Egon Wolff, Álamos en la azotea, 1986, Chile [CORDE]).
(12c) También querría que me dijesen los de Chile, si después de junto el enemigo, se pusiera a entrar por nuestras tierras adentro, especialmente con la mucha fuerza de caballería que agora tiene, si se lo habían de estorbar ni aún saber de su entrada nuestros fuertecillos de burla, que están tan desterrados, divididos y solos, fuera de que hay mil caminos
por donde los enemigos podrían pasar a nuestros desamparados pueblos.” (Alonso González Nájera, Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile, 1614, Chile [CORDE]).
En cuanto a la proporcionalidad de las ocurrencias, la variedad chilena comparte con el español peninsular la preferencia por el uso del pretérito perfecto simple y el presente, ambos de indicativo. A continuación, presentamos el cómputo por cada forma verbal:
En síntesis, el español de Chile presenta un elevado porcentaje de aparición del pretérito perfecto simple de indicativo (57,4%) en contraste con la variedad peninsular (31,4%). Consideramos que esta distinción se debe al menor uso de tiempos compuestos en el español chileno, sobre todo en las construcciones perifrásticas, debido a que se prefieren otras formas para expresar resultatividad, lo que afecta directamente a las construcciones pasivas y compuestas (González, Olguín y Pérez 2009: 57). En cambio, el tiempo presente de indicativo (29,7%) arroja el mismo porcentaje de aparición para ambas variedades. En último término, podemos recalcar que, tanto en el español chileno como el español peninsular, apenas no se documentan empleos del tiempo futuro, sea de indicativo o de subjuntivo; los resultados de Cuní (2019 ) presentan apenas un 1% de esta forma, mientras que en nuestros hallazgos no figuran ocurrencias.
4.8. El tipo de sujeto
Los datos aportados por Comer y Enghels (2017 ) y Cuní (2019 ) sugieren que la perífrasis incoativa ponerse a + INF, en la variedad peninsular, ha experimentado un proceso gradual por el que se ha ampliado el paradigma de sujetos que entran en combinación con la construcción. En términos concretos, hay un incremento paulatino de sujetos no animados que va del 3% en el siglo XV al 6,5% en el XXI (Comer y Enghels 2017: 914). Cuní (2019 : 128) describe este proceso como una “pérdida del control de la acción por parte del sujeto”, puesto que el verbo léxico rige sujetos animados, agentivos y volitivos, pero en su auxiliarización tales restricciones van retrocediendo. Los datos aportados por este autor indican que la aparición de sujetos animados sin control de la acción ocurre en el siglo XVIII y su empleo aumenta desde un 8,3% hasta un 26,1% en el siglo XX; en tanto que las construcciones impersonales propias de verbos meteorológicos se registran a partir del siglo XX (6,5%).
El análisis de estos parámetros en los datos históricos de la variedad chilena puede sintetizarse como sigue:
Del contraste de las cifras, surgen dos hallazgos bastante marcados. Primero, en relación con la aparición de sujetos no animados, el español de Chile evidencia un inicio abrupto en el siglo XX (4%), con ejemplos como los de (13a-c).
(13a) […] su corazón se pone a latir muy fuerte. (José Donoso, Este domingo, 1966, Chile [CORDE]).
(13b) Prendes esa cosa, y el condenado disco se pone a girar, que se las pela. (Egon Wolff, Álamos en la azotea, 1986, Chile [CNDHE]).
(13c) «¿Y? ¿Qué te dijo?» (La radio se pone a chirriar. Moncho la golpea) «¿Qué le pasa a esta cuestión?». (Egon Wolff, Álamos en la azotea, 1986, Chile [CNDHE]).
A juzgar por este parámetro aislado, no es posible trazar una deriva graduada, tal como la que se observa en los registros de Comer y Enghels (2017 ) y que constituye un indicio de gramaticalización 13 . En relación con el criterio sintáctico (v. § 4.6), la transición de verbos transitivos al uso de verbos inacusativos, cuya prominencia ocurre en el siglo XX, sugiere la aparición de sujetos con menos control de la acción, lo que deriva posiblemente en el inicio abrupto de sujetos no animados.
En segundo lugar, el carácter volitivo de los sujetos también introduce una divergencia respecto de la variedad peninsular, pues aparentemente en el español chileno se registran ejemplos (14a-b) anteriores a los de Cuní (2019 ), que se insertan recién en el siglo XVIII.
(14a) […] porque los ceba y aún ciega de tal manera la golosina de los huesos que quedan por el suelo, que por sacarlos el alma o tuétano, se ponen a perder las vidas, haciendo lo mismo por cualquier caballo muerto que haya quedado en el cuartel. (Alonso González Nájera, Desengaño y reparo de la guerra del reino de Chile, 1614, Chile [CORDE]).
(14b) El viejo Llancareu y sus nietos mis compañeros y amigos se pusieron a llorar conmigo mui de veras, que aunque me quedaba de buena gana, no dejé de enternecerme, por el sentimiento que mostraban con mi ausencia. (Núñez de Pineda y Bascuñan, El cautiverio feliz, 1673, Chile [CORDE]).
No obstante, tras una indagación bibliográfica, concluimos que el ejemplo (14b) no puede estimarse como representativo del siglo XVII, pues no se trata del texto original. La obra citada en el CORDE como la edición de 1889 de José Toribio Medina de El cautiverio feliz, en rigor, es una adaptación a un castellano moderno elaborada por el escritor chileno Ángel Custodio González en 1948. Por otro lado, el ejemplo (14a) sí reproduce el texto original escrito por Alonso González Nájera y precede a los registros de Cuní (2019 ), pero la ausencia de ejemplos en su trabajo obstaculiza la comparabilidad.
En última instancia, cabe señalar que los corpus en los que hemos indagado carecen de ejemplos de construcciones impersonales con ponerse a + INF, es decir, aquellas en que se seleccionan verbos avalentes como llover o garuar. Del mismo modo, en la variante peninsular, tales combinaciones aparecen recién en el siglo XIX 14 . No obstante, la ausencia de datos en la variedad chilena no significa que, como construcción, esté ausente. En efecto, la construcción se registra en la segunda mitad del siglo XX, tal como se observa en los ejemplos (15a-b):
(15a) Casi al mismo tiempo se puso a granizar o llover torrencialmente. (Andrés Aylwin, 8 días de un relegado, 1989, Chile [Google]).
(15b) Cuando se tapan con la nube se pone a llover. (Margarita Alvarado, Vida, muerte y paisaje […], 1997, Chile [Google]).
De modo que, es probable que su adopción como esquema construccional o como regla idiomática haya surgido con proximidad temporal al uso peninsular. En síntesis, el análisis de los tipos de sujeto de las perífrasis incoativas nuevamente sugiere que, en la variedad chilena, la selección de nuevos tipos no avanza como un proceso gradual y uniforme, sino en ajustes repentinos. Además, puesto que la aparición de sujetos no animados y de construcciones impersonales ocurre primero en la variedad peninsular, podría inferirse que hay una dependencia y adopción de las innovaciones europeas en el uso americano. No obstante, se requieren más datos empíricos para validar esta hipótesis.
4.9. Interacción de ponerse a + INF con otras perífrasis incoativas
A través de los apartados precedentes, hemos corroborado que ponerse a + INF, en tanto perífrasis incoativa, ha manifestado rentabilidad, en la variedad chilena, al menos desde la segunda mitad del siglo XVI. El ejemplo más antiguo que registramos se inscribe en la obra Arauco domado de 1596:
(16) Porque de amor en ella no cabía,
Y vínose frenético a la mía,
De me quitar la vida cudicioso,
Creyendo que la suya y su reposo
En mi temprana muerte consistía,
Y que si yo no estaba de por medio
Se posibilitaba su remedio.
El arco trujo y flechas en la aljaba,
Con la de amor temblándole en el pecho,
Y enfrente de mi puerta poco trecho
Se puso a ver si acaso yo asomaba;
A sólo que saliese me aguardaba
Para salir el crudo con su hecho […]. (Pedro de Oña, Arauco domado, 1596, Chile [CORDE]).
No obstante, la adquisición de todas las funciones o posibilidades expresivas que caracteriza a la construcción en su estado actual ha sido un proceso de ajustes de varios siglos. Esta cronología, además, exhibe un ritmo de avance que en ciertas aristas coincide con la deriva histórica del uso peninsular y que en otras diverge. Al respecto, en los apartados previos se ha asomado al menos un factor que pudo condicionar alguna de tales asimetrías, a saber, la adopción de reglas idiomáticas por parte de una comunidad discursiva, hecho que se reveló como indicio de una historicidad diferente de la de la lengua y que se corresponde, más bien, con la tradicionalidad de los textos. Si bien esta particularidad no es incompatible con una explicación de tipo dialectal, estimamos que, en este caso, la incidencia de tradiciones discursivas en el flujo gramatical constituye una explicación más específica y reveladora (v. § 4.2).
Ahora bien, valdría ponderar un factor adicional que pudo regular otra buena parte de los ajustes que experimentó la construcción ponerse a + INF en su integración y consolidación en la variedad lingüística chilena. Nos referimos a la interacción de esta perífrasis con el paradigma de construcciones en que se inserta, esto es, el contacto o relación con otras construcciones incoativas. Sostenemos que tal interacción necesariamente produce ajustes gramaticales divergentes en cada variedad lingüística, puesto que el surgimiento de esta nueva construcción implicó que entrara en una relación de pugna o competencia, o bien, de soporte con otros mecanismos lingüísticos vigentes en la lengua para denotar el inicio de un evento. Y en vista de que cada uno de estos mecanismos ostenta una operatividad diferente en cada dialecto, se sigue el hecho de que la interacción de perífrasis incoativas marcará un pulso diferente en el desarrollo cronológico de la construcción en estudio, según la variedad lingüística que se analice. La premisa que subyace a esta idea es que a medida que una construcción se extiende hacia nuevos dominios denotativos y amplía sus posibilidades combinatorias, habrá construcciones que retroceden –o pierden operatividad– y otras que, atraídas por el despliegue funcional de la nueva construcción, avanzan –o ganan operatividad–.
Así, pues, en el caso de ponerse a + INF, su desarrollo ha implicado una interacción con aquellas construcciones que denotan incoatividad. Por ejemplo, están aquellas construcciones paradigmáticas, como empezar/ comenzar a + INF, las cuales, si bien constituyen mecanismos de gran vitalidad, necesariamente han decrecido ante el avance de ponerse a + INF –y de otras perífrasis incoativas–, pues han dejado de ser el único medio disponible para la consecución de tal matiz semántico. Otra interacción que ha sido estudiada es la de poner/meter, aunque no restringida, en exclusiva, a sus usos como auxiliares de perífrasis verbales (cf. Comer et al. 2015). En relación con sus usos perifrásticos, Enghels y Vanhulle (2018: 107108) sostienen que ambos verbos de colocación se ubican en el núcleo del esquema abstracto y, desde esta posición, ambos ejercen una atracción sobre nuevos tipos auxiliares que comienzan a computar el sentido incoativo. En adición, están las
interacciones con aquellas perífrasis que se benefician o que son atraídas por el avance de ponerse a + INF. Dentro de estas opciones, cuando menos, habría que incluir romper a +INF, en la variedad peninsular (cf. Enghels y Vanhulle 2018), y ganarse a + INF (Garrido y González 2020), en la variedad chilena. Sin embargo, es posible ampliar esta lista de construcciones incoativas, tanto las que han entrado en una relación de pugna como las que han entrado en una relación de atracción analógica con ponerse a + INF.
Con el fin de acotar mejor esta idea, analizaremos algunas interacciones en pugna, restringidas a la selección, por parte del auxiliar, de verbos meteorológicos en la posición del auxiliado, y algunas interacciones de soporte que probablemente han proliferado bajo el influjo del esquema abstracto de ponerse a + INF.
4.9.1. Interacciones en pugna
En cuanto a interacciones en pugna, tras una búsqueda en el CORDE con la entrada a llover, obtenemos una serie de datos interesantes de examinar en términos cualitativos. Es evidente, en primer lugar, que la forma verbal precursora en la expresión del valor incoativo asociado a eventos meteorológicos es comenzar a + INF. El primer ejemplo (17a) que
documentamos se inserta en el siglo XIII y es secundado por una extensa serie de ocurrencias similares en los siglos sucesivos:
(17a) E a essa parte ó ivan començóles a llover tan derrezio e tan airadamientre que non es omne que lo pudiesse sofrir. (Alfonso X, General Estoria. Primera parte, c. 1275, España [CORDE]).
(17b) Por esperar entretenido trata de ir a misa, quiere salir y ve que empieza a llover. (Juan de Zabaleta, El día de fiesta por la mañana, 1654, España [CORDE]).
(17c) ¿Cómo, señora, con tan mal tiempo quiere salir por la cibdad, que si torna a llover toda se mojará? Tirante, conociendo la malicia de la Infanta, tiró de la halda a Felipe porque callase. (Anónimo, Traducción de Tirante el Blanco de Joanot Martorell, 1511, España [CORDE]).
(17d) […] y no hay que decirle qué tiempo hace, pues va disfrutando la propia primavera. Pues vienen las sesiones de Cortes, es decir, que principian a llover sobre nosotros las contribuciones y las nieves como si fueran mal granizo, y se mira uno hecho jamón de conserva de Trévelez. (Serafín Estébanez, Escenas andaluzas […], 1847, España [CORDE]).
(17e) En tanto el negro empezaba la operación, y se reía a solas, el joven dirigiose a la orilla y se lavó la cara, -hundiendo sus largas botas en el terreno húmedo hasta más arriba del tobillo. Recomenzaba a llover; el agua caía en forma de niebla, tan finas eran sus gotas”. (Eduardo Acevedo, Nativa, 1890, Uruguay [CORDE]).
A partir de este esquema, se observa la atracción de nuevos auxiliares como empezar a llover + INF, desde el siglo XVII en adelante (17b), la aparición de otros tipos léxicos como tornar a llover (17c) en el siglo XVI y el ensayo de formas verbales próximas a comenzar, ya sea por semejanza del significado —principiar a llover— (17d) o por semejanza del significante —recomenzar a llover— (17e) (cf. Ullmann 1965). Tal, pues, es el escenario al que entran a competir las nuevas construcciones incoativas en el siglo XX, tales como echar a llover (18a), ponerse a llover (18b) y romper a llover (18c).
(18a) Si de pronto echara a llover absorbería el agua por los poros, como una esponja. (Ramón Sender, Imán, 1930, España [CORDE]).
(18b) Anduvimos haciendo estatuas hasta que se puso a llover. (Miguel Delibes, Diario de un emigrante, 1958, España [CORDE]).
(18c) Los días así repetidos crean tal indiferencia, que la gente sigue sin inmutarse cuando rompe a llover. (Pío Baroja, Desde la última vuelta del camino, 1944-1949, España [CORDE]).
(18d) Si se largaba a llover antes de tiempo, cosa que al parecer ocurriría ya que el barco navegaba con una semana de retraso a causa de diversas averías, entonces debían cobijar carga, pasajeros y tripulación bajo una lona. (Luis Sepúlveda, Un viejo que leía novelas de amor, 1989, Chile [CORDE]).
Respecto de estos mecanismos, es preciso señalar que echar a llover solo tiene una ocurrencia y romper a + INF, como argumentan Enghels y Vanhulle (2018 ), prolifera bajo la atracción analógica de ponerse a + INF. Por lo tanto, en rigor, ponerse a llover solo entra en competencia con comenzar/ empezar a llover.
Ahora bien, el contexto chileno es levemente diferente, primero, porque la construcción incoativa romper + INF no ha alcanzado difusión en el habla chilena. Segundo, si bien es posible registrar la combinación echarse a llover en la actualidad, no hemos encontrado ocurrencias anteriores al siglo XXI. Tercero, la mayor diferencia reside en que, en esta variedad —así como en varios países americanos—se ha desarrollado con fuerza la perífrasis largarse a + INF con valor incoativo y se ha perfilado como un mecanismo que compite con ponerse a + INF en la selección de verbos avalentes. En efecto, sus primeras apariciones con infinitivos como llover se documentan con simultaneidad a las de ponerse a llover (vid. §4.8), tal como se observa en el ejemplo (18d). Otro dato significativo, en esta misma dirección, es el hecho de que, en el CREA, base de datos que reúne documentos de 1975 a 2004, en la variedad chilena se registran tres ocurrencias de largarse a llover frente a una de ponerse a llover, cómputo que arrojaría, a su vez, una mayor frecuencia de uso vinculada a la primera construcción. Grosso modo, resulta palmario, pues, que las diferencias dialectales en la interacción de construcciones pertenecientes a un mismo paradigma repercuten en el pulso evolutivo de cada construcción. Aplicado al caso de ponerse a + INF, el retraso de la selección de infinitivos avalentes en la variedad chilena frente a la variedad peninsular parece estar condicionado por la existencia de un mayor número de mecanismos en competencia capaces de marcar el inicio abrupto de un evento meteorológico, a saber, comenzar/empezar a + INF y largarse a + INF.
4.9.2. Interacciones de soporte
En cuanto a interacciones de soporte, nuestra indagación sugiere que, además de la auxiliarización de ganar(se), que se acciona en la variedad chilena por la atracción analógica de poner(se) (cf. Garrido y González 2020), hay otra serie de construcciones similares del español en general que manifiestan el mismo tipo de interacción. En concreto, nos referimos a las construcciones colocarse a + INF, instalarse a + INF y disponerse a + INF 15 .
En primer lugar, por semejanza en el contenido semántico (cf. Ullmann 1965), está el efecto atractivo que ponerse a + INF ha provocado en la auxiliarización de colocarse e instalarse. Respecto del primer verbo, los datos avalan un uso perifrástico de tipo incoativo, al menos, desde la segunda mitad del siglo XIX (19a) hasta la actualidad (19b).
(19a) Los buñoleros, como eran gentes de posibles, no consintieron que su hija trabajase y hasta fue algunos meses a la maestra, porque algo había de saber, decían ellos; pero nunca toleraron que se colocase a servir, ni que la metieran de pitillera en la fábrica. (Jacinto Picón, La hijastra del amor, 1884, España [CORDE]).
(19b) Se colocó a hacer la tarea. (Mariano Lozano, ¿Lo pongo? o ¿lo coloco?, 2006, Colombia [Google]).
(19c) El atacante Ronaldo, del Corinthians de Sao Paulo, dijo ayer que evolucionó bastante físicamente y que se siente como “un muchachito”, ratificando el anuncio del cuerpo técnico que espera colocarlo a jugar por primera vez 90 minutos tras 14 meses de inactividad por lesión. (Nación.com, Futbol. Ronaldo “como un muchachito”, 2009, Costa Rica [CORPES])
16 .
(19d) Mi sobrino por accidente tiró mi copa de vino sobre mi vestido blanco, lo creía perdido, pero con Quitamanchas pude recuperarlo apenas lo coloqué a lavar, quedó como nuevo. (Luri.com.bo, Pastillas de baño, <consultado el 22/10/2020>, Bolivia [Google]).
Si bien se trata de una construcción esporádica, es innegable que ha experimentado un desarrollo al alero de los usos auxiliares de poner(se), sobre la base de su sinonimia léxica. De hecho, desde un punto de vista normativo, no han faltado censuras dirigidas a corregir el uso incoativo de colocarse a + INF, por similitud con el verbo ponerse. A modo de ejemplo,
Lozano (2006 : 40), a propósito de usos como el de (19b), señala que la sinonimia entre ambos verbos “lleva al emisor y al receptor o destinatario de tal o cual mensaje a confundirse o ver en aquel acto de habla una construcción que afea el discurso comunicativo y que produce risa o asombro por su formación gramatical”. La extrapolación de la sinonimia léxica al plano sintáctico queda demostrada, además, por la documentación del uso causativo de colocar, tal como se observa en los ejemplos (19c-d).
En cuanto a la construcción instalarse a + INF, el grado de interacción con los esquemas perifrásticos de poner(se) resulta menos nítido, pues esta perífrasis transmite una noción aspectual durativa, es decir, la idea de que el evento designado por el auxiliado permanece o se prolonga en el tiempo (20a-e). Claramente, este matiz difiere de la carga semántica de poner, en tanto auxiliar, y está provocado por los valores léxicos del verbo instalar. Además, no hemos encontrado construcciones causativas del tipo Lo instaló a preparar la cena. Sin embargo, tampoco puede excluirse el valor incoativo de la gama aspectual que activa la construcción, pues a la par que transmite el matiz durativo, focaliza o marca el inicio del evento. En otras palabras, ejemplos como (20a) denotan que (i) el hablante comenzó a escribir y que (ii) continuó escribiendo. En este sentido, por tanto, la construcción sigue el paradigma de las perífrasis incoativas procedentes de verbos locativos. Desde el punto de vista diatópico, se observan usos tanto americanos (20b) como peninsulares (20c) y, en términos cronológicos, se registran ejemplos desde mediados del siglo XX, tanto en la variedad peninsular (20d) como en la americana (20e).
(20a) Sin darme cuenta reuní una gran cantidad de herramientas narrativas y un día me instalé a escribir y abrí esa caja y con ese material aprendí a hacer un diálogo, a fabricar un personaje secundario, una serie de cosas que sabía sin saberlo. (latercera.com, Pierre Lemaitre, escritor francés […], 2017, Chile, [Google]).
(20b) Después de su jornada, Pablo se instalaba a conversar. “Nos daba mucha pelota”, dice Jaime. Sus recuerdos son fragmentarios, aunque muchas veces ha querido reconstruir aquellas conversaciones. (José Miguel Varas, Neruda clandestino, 2003, Chile [CORPES]).
(20c) Aquel día, por la tarde, Tamara volvió a su casa, y Juan se instaló a vivir allí, con ella y con Alfonso, mientras decidía de qué forma iba a organizar su vida en el futuro. (Almudena Grandes, Los aires difíciles, 2002, España [CORPES]).
(20d) De otro modo, a pesar de no tener curiosidad por los libros y folletos de don Pedro de Egaña, como la Sacristana era la guardiana del caserón, puede ser que yo hubiera terminado por instalarme a leer en la biblioteca aquella a mis anchas. (Pío Baroja, Desde la última vuelta del camino, 1944-1949, España [CORDE).
(20e) Al morir el marido, la señora hizo arreglarla, le agregó una cocina, levantó un gallinero, donde criaba una media docena de gallinas y unos patos, y allí se instaló a pasar sus últimos días. (Manuel Rojas, Hijo de ladrón, 1951, Chile [CORDE]).
En resumen, ambas construcciones evidencian que la sinonimia léxica con poner(se) se ha extrapolado al ámbito sintáctico, tal como ocurrió con el verbo ganarse.
En segundo lugar, presentamos el caso de la construcción disponerse a + INF. Dicho esquema podría catalogarse como una perífrasis de inminencia o de fase preparatoria (ASALE 2019: § 28.4a y 28.10a) y, como tal, manifiesta funcionalidad desde el siglo XV (21a-b).
(21a) Por ende, nos vos encargamos que, luego que la dicha prouision sera fecha en persona vuestra, vos dispongays a venir en estos nuestros reynos, assí por entender en lo que cumple al seruicio de Dios y bien de la dicha religion, como porque vos falleys presente en las cosas que fueren nuestro seruicio. (Anónimo, Fernando a fray Felipe Boil […], 1488, España [CORDE]).
(21b) no ay quien quiera yr a tierra pobre y si algun clerigo se dispone a yr en diçiendole que no ay dinero aze luego ziaboga y pierde toda la tierra sus auxilios particulares y los naturales mas que todos. (Fray Juan de Ribadeneyra, Carta, 1581, Argentina [CORDE]).
Sin embargo, dada su semejanza en el significante con ponerse, también ha desarrollado valores incoativos. Desde el punto de vista empírico, no obstante, es complejo encontrar ejemplos en que el valor inminencial sea totalmente descartable, pues los contextos lingüísticos y discursivos que avalan una lectura incoativa casi siempre lo hacen en igual medida con la
lectura inminencial. Las ocurrencias en que podría apreciarse con mayor transparencia el sentido incoativo de disponerse son aquellas que seleccionan verbos avalentes como llover (22a-b).
(22a) -Voy a preparar algo de té, quiere?
- Claro, si no le molesta. Parece que se dispuso a llover llegamos justo a tiempo. (Wattpad.com, Hasta el infierno, 2017, Argentina [Google]).
(22b) […] no pude acercarme a hablarle, ni siquiera a saludarlo tenía que irme rápido con mis primos a casa por que se dispuso a llover […]. (Clubensayos.com, Un amor tipo Chernóbil, México, 2019 [Google]).
Este tipo de ejemplos parecen anular la interpretación inminencial, pues la perífrasis exige sujetos animados volitivos capaces de expresar la intención de hacer algo. Además, el pretérito perfecto simple acentúa un aspecto puntual y realizado, más compatible con una lectura incoativa, similar a la del esquema se puso a llover. Por lo tanto, estimamos que se trata de
otra construcción sobre la que ponerse a + INF ejerce un grado de presión analógica.
5. CONCLUSIONES
Nuestra indagación sobre el desarrollo histórico de ponerse a + INF en el español de Chile ha revelado una serie de hallazgos que podrían agruparse en dos tipos de contraste o comparación: primero, el contraste con el uso de la perífrasis en el español peninsular y, segundo, el cotejo o interacción de ponerse a + INF con otras perífrasis incoativas de la lengua española en general.
Respecto del primer cotejo, la siguiente tabla organiza esquemáticamente la información descrita entre los apartados 4.1 y 4.8.
Tal como se observa, la minoría de los parámetros que permiten analizar las transformaciones de ponerse a + INF manifiestan convergencia. Además, cuando analizamos en detalle estos parámetros, es posible notar que tampoco se trata de una convergencia total, sino más bien de una proximidad relativa. Dicho de otro modo, nuestro análisis evidencia que las transformaciones históricas que han devenido en la conformación de la perífrasis ponerse a + INF presenta un desarrollo que, si bien comparte una misma cronología general en cada variedad lingüística, presenta diferencias sustanciales en cuanto a cómo los parámetros específicos de variación gramatical y semántica se van acomodando en la diacronía de cada dialecto. En concreto, hay dos tendencias que conviene enunciar a propósito de tales diferencias: primero, la variedad chilena da cuenta de transformaciones más abruptas y que, por tanto, se condicen mejor con la explicación construccional –por ejemplo, la fijación de la preposición a y los tipos de sujeto seleccionados por la perífrasis–, en tanto que la variedad peninsular presenta un desarrollo más gradual, más compatible con el proceso de gramaticalización; segundo, en ocasiones, las particularidades del español chileno pueden explicarse como adopciones idiomáticas por parte de comunidades discursivas, es decir, como indicios de cambio en la tradicionalidad de los textos –por ejemplo, el grado de incorporación sintáctica y la inclusión de nuevas clases semánticas de verbo en la posición del auxiliado–.
En cuanto al segundo contraste, hemos teorizado en torno a los ajustes que experimenta una construcción al interactuar con otros recursos lingüísticos de similar significancia. En el caso particular de ponerse a + INF, su integración en el paradigma de perífrasis incoativas supone una dinámica de competencia (v. § 4.9.1) o de soporte (v. § 4.9.2) en relación con otras perífrasis disponibles para el hablante. Ambas dinámicas han sido analizadas en los corpus históricos y los resultados más relevantes pueden sintetizarse en los siguientes enunciados. Primero, es posible justificar que, en la variedad chilena, la selección de verbos avalentes en la posición del auxiliado es posterior a la cronología que ofrece la variedad española, pues el español chileno, en el siglo XX, disponía de más mecanismos incoativos con los que ponerse a + INF estuvo en relación de pugna. Segundo, la perífrasis en estudio ejerce una sofisticada atracción sobre nuevas construcciones incoativas que los hablantes ensayan en virtud de la analogía léxica con el verbo poner, tanto por la semejanza del significante —disponerse a + INF — como por la semejanza del significado — colocarse a + INF e instalarse a + INF—. A juzgar por este hecho, concluimos que, en el curso del siglo XX, ponerse a + INF ha avanzado notablemente en su grado de prototipicidad dentro del paradigma de perífrasis incoativas. Si bien no puede aseverarse con certeza que haya desplazado a las construcciones comenzar/empezar a + INF, resulta evidente que sí lo ha hecho en tanto esquema de soporte para el ensayo creativo de nuevas construcciones incoativas.
Resumen:
1. INTRODUCCIÓN
2. MARCO TEÓRICO
2.1. Ponerse a + INF entre las perífrasis incoativas
2.2. El estudio lingüístico-histórico de las perífrasis incoativas procedentes de verbos locativos: entre gramaticalización y construccionalización
3. METODOLOGÍA
4. EL DESARROLLO HISTÓRICO DE PONERSE A + INF EN LA VARIEDAD CHILENA
4.1. Fijación de la preposición a
4.2. Grado de incorporación sintáctica
4.3. Elevación de clíticos
4.4. Clases de verbo auxiliado: criterio semántico
4.5. Aspecto léxico
4.6. Clases de verbo auxiliado: criterio sintáctico
4.7. Los tiempos y los modos verbales
4.8. El tipo de sujeto
4.9. Interacción de ponerse a + INF con otras perífrasis incoativas
5. CONCLUSIONES